Revista Cultura y Ocio

«Ángeles caídos», de Beatriz Erlanz

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

♦Breve incursión a una galería de espejos sin fondo♦

«Una mirada singular a ciertos espíritus insolentes
que han marcado la cultura popular de nuestro mundo»


«Ángeles caídos», de Beatriz ErlanzDe voluntad didáctica y propósito dirigido al mero entretenimiento, Ángeles Caídos también puede en ocasiones retorcer las tripas. Con un lenguaje sencillo y cierta chispa de humor, Beatriz Erlanz explora una galería de personajes que hicieron de su caída una historia extraordinaria y digna de evocar tantas veces como nuestra memoria colectiva lo requiera.
Desde el mundo del cómic pasando por el de la música, la televisión, la antropología o la literatura, el paseo propuesto es tan variado como semejante en su esencia: el deseo de ir siempre más allá, no importa el cómo. Y ese cómo, a veces, es sobrecogedor.

“Por su orgullo cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado”
Extracto de El paraíso perdido, del poeta John Milton.

Si hay motivo cultural que se ha ido repitiendo a lo largo de los siglos en la tradición cristiana, ese es el del pacto con el diablo, también llamado pacto fáustico. El demonio no cayó solo, y siempre está ansioso de compañía, por lo que desear que otros caigan no es sino parte de su misión vital. ¿Y qué mejor manera de caer que repetir la jugada de Lucifer? Tomar el cielo por asalto o, como se expone en el relato El pueblo blanco (1904), del autor galés Arthur Machen: «La voluntad de penetrar de manera prohibida en otra esfera más alta». Esa es la esencia pura del pecado. Y en eso consiste un pacto con el diablo, en querer acceder de manera irregular y antinatural a un poder superior, siendo además a cambio de la dádiva sagrada de Dios al hombre: su alma.

Eterna juventud, riquezas inagotables, fama, poder, conocimientos fuera del alcance del humano común…, lo que el futuro caído requiere varía según sus pretensiones, pero suele implicar sacrificar valores espirituales por una ganancia material. Aunque también, simplemente, se trata de mero vasallaje a Satán sin pedir nada a cambio. Puede ser un pacto oral o escrito, pero siempre deja una señal en el cuerpo, la marca del diablo. Si es escrito, la sangre del solicitante es imprescindible para firmarlo. El contrato demoníaco exige, por supuesto, una ceremonia, porque según el demonio invocado, es necesario un mes específico, un día de la semana concreto y una hora del día, así como una ubicación propicia.
Y según se ha ido recopilando, con el paso del tiempo, puede demandar también desde sacrificios de inocentes, como bebés recién nacidos, participar en aquelarres sexuales con íncubos o súcubos de invitados y otras fantasías más propias de inquisidores que de un posible pacto auténtico.
En la tradición, el pacto suele acabar mal para el humano, con su condena eterna y una lección moral para los demás; sin embargo, en ocasiones puede aparecer un giro cómico, con el que se consigue burlar al diablo de manera temporal. Pero al diablo no le gusta perder y es muy listo.

«Ángeles caídos», de Beatriz Erlanz

¿Pero se sabe quién fue el primero en pactar con el diablo? Bueno, hay varios candidatos. El islandés Sæmundur Sigfússon, el Sabio (1056-1133) es uno de los sujetos más precoces al que se le achaca un pacto satánico. Sacerdote, erudito y poeta, se trata de una figura destacada de la literatura naciente islandesa, y es protagonista de diversas historias, la mayoría de tono jocoso, en las que consigue engañar al diablo después de haber realizado un pacto con él. Antes que el islandés, fue un papa el que se ganó la fama de esclavo de Satanás: Silvestre II (945-1003). Nacido en Auvernia, viajó hasta las entonces musulmanas Córdoba y Sevilla para instruirse en disciplinas que en la cristiandad no se conocían. Teólogo, filósofo, matemático e inventor, fue un adelantado a su tiempo, un auténtico polímata, y por ello, sospechoso. Los relatos fantásticos en torno al papa del año 1000 son innumerables; uno de los más curiosos es el de haber hecho un pacto con un súcubo llamado Meridiana, con quien vivió en concubinato hasta su fallecimiento.

Todos los espejos, en total 11, tienen los mismos ítems: Manifestatio, Infesto, Possessio y Destructio y forman arte de un viaje que no defrauda, que va desde la cultura pop más «demoniaca» a los entresijos menos divulgados de personajes tan dispares como Lovecraft, Lynch, Tolkien o Riefenstahl.

Y hablando de Tolkien, como no hablar de Melkor. La caída primordial fue una caída de muchos ángeles, pues Melkor fue acompañado por otros espíritus que, seducidos por su poder, aceptaron y asimilaron la corrupción inherente. No se sabe el número exacto de ellos, en los primeros escritos de Tolkien parecen ser cientos, pero conforme el legendarium fue madurando, la cantidad se redujo hasta no llegar a la decena. Los balrogs fueron los paladines de Morgoth más peligrosos, los que más se le parecían en perversión. Solo Sauron los superaba en poder. En origen, fueron maiar de fuego, esencia que mantuvieron tras su caída. Tomaron la forma de demonios colosales, con corazones de fuego envueltos en unas horribles tinieblas; el terror los precedía y usaban látigos de llamas. De hecho, Gandalf se refirió a uno de ellos como «Llama de Udûn», siendo Udûn la forma sindarin de Utumno, la primera fortaleza que construyó Melkor en la Tierra Media.

En el enlace a las primeras páginas, podrás leer todos los temas que Beatriz Erlanz trata en su libro.

La autora:«Ángeles caídos», de Beatriz Erlanz
Beatriz Erlanz (Zaragoza, 1976) es profesora de inglés y estudiante de 7º año de chino mandarín. Admiradora de la cultura asiática, coordina desde hace más de ocho años la web Sin orden ni concierto, dedicada a Japón y sus vecinos.

Ha colaborado en publicaciones como Historia de Iberia vieja o El ojo crítico, así como también formó parte del equipo del programa radiofónico Dimensión límite. Amante del rocanrol desde pequeña, lleva en el mundillo de la radio desde los 16 años, produciendo actualmente un espacio musical en una pequeña emisora de su ciudad. Ángeles Caídos es su primer libro.

El libro:
Ángeles caídos ha sido publicado por Ediciones Luciérnaga en su Colección Enigmas y Conspiraciones. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 208 páginas.

Como complemento pongo el vídeo de la presentación del libro Ángeles caídos en la que participaron la autora Beatriz Erlanz y Minerva García, David Cuevas y Manuel Berrocal


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