Revista Cine

Breaking Bad

Publicado el 21 enero 2013 por Nacho_c

¿Cómo no hablar en este blog sobre una de las grandes series de los últimos años? Imposible.

Hace unos días vi el último capítulo de la cuarta temporada de Breaking Bad y me quité el sombrero. El mismo que hace que Walter White no sea W. W. (no Walt Whitman) y sea Heisenberg. Todo el mundo tiene que ver esta serie, es fantástica, sólo quedan 8 capítulos y llegarán en verano, ya los estoy esperando al borde la silla con un tic nervioso en la pierna. Voy a hablar de esta serie en profundidad así que el que no la haya visto que deje de leer al final de este párrafo porque vienen spoilers. Allá vamos.

Breaking Bad es una serie de primer orden en todos los sentidos, aunque no es así desde el principio, requiere tiempo. Todos hemos hecho un pequeño acto de fe y hemos aguantado, y todos los que hemos llegado hasta este punto sabemos que nos ha merecido la pena. Y es que realmente es una serie costumbrista. No es más que una relación de pareja y algo más. Lo del cáncer, lo de las drogas, la DEA, la discapacidad del hijo, la separación, los cigarros a las tantas de la noche, la indiferencia y el odio, todo son dificultades que afronta una pareja y que es lo que nos cuentan. Así visto, ¿no es una serie que podría hacer Jim Sheridan en el Ulster? Pero sí, es más que eso. Es la evolución de un hombre.

El primer capítulo es buena muestra de ello. Lo que engancha, aparte del comienzo frenético y desorientador, ese flashback que nos golpea como un gancho en el mentón, es ver a un profesor de química que tiene un trabajo extra, del que algún alumno se mofa y en cuyas clases muchos desconectan y no tienen el respeto de ocultarlo. Pero de repente se cae inconsciente por culpa de un cáncer de pulmón. Vive un shock y tiene que enfrentarse a ello.

Sin nada que perder, decide meterse a hacer lo que mejor hace, química, cocinar. Quiere sacar el dinero suficiente para mantener a su familia, porque “un hombre, quieran o no, mantiene a su familia”. Y ahí va encontrando colgados ineptos, camellos un poco más importantes, locos mejicanos dominados por la droga y la violencia, fantásticos personajes secundarios uno detrás de otro. Porque son pocos personajes en la serie, no es James Ellroy, pero muy fieles, con muchísima personalidad. Saul Goodman, Mike Ehrmantraut y Hank Schrader le roban planos a Walt casi sin que nos demos cuenta.

Todo va pasando poco a poco. Con meandros, con capítulos menores, con calma, con mentiras improvisadas, con geniales ataques de amnesia nudistas, con una fotografía a veces plana como es el estado mismo donde se encuentran. Ahora me explico por qué no suelen hacer películas en Albuquerque.

Pero las historias y los personajes van calando. Se van metiendo en nuestras casas y echamos de menos a Walt, un fracasado lleno de miedos y que cuando llegan buenas noticias del cáncer entra en depresión porque no tiene sentido seguir con algo que le ha hecho cambiar su vida, algo que le hace sentirse vivo y que le encanta. Magnífica la secuencia en el supermercado aconsejando al nuevo cocinero en la zona y cómo, como una chispa en un barril de gasolina, defiende su territorio un minuto más tarde en el parking. No se retira.

La historia va avanzando y va mejorando hasta límites estratosféricos. En la realización se pone un poco más de esmero. Se planifica mejor, se usan bodycams y angulares para pegarnos al personaje, empezamos a ver secuencias memorables como la compra de la pistola en el motel, la muerte del socio de Gustavo en la piscina de don Eladio, el robo al tren y el disparo al niño, la amenaza de muerte de Lydia en su casa, el narcocorrido de Heisenberg, la muerte de la chica de Jessie en la cama como mal menor elegido por Walt, la muerte de los camellos que asesinaron a un niño, la explosión de la tortuga, el cajero que acaba con el yonkie, el pobre niño que allí sobrevive desatendido, la muerte de Tuco, los sicarios sentados en la cama de Walt mientras se ducha, Mike rescatando al chino secuestrado… son incontables.

Pero todo sigue girando en torno a la familia y a la relación de Walt y Skyler. Cómo se afrontan las mentiras, los momentos de soledad, un cáncer, un marido que hace droga, un marido que pierde los nervios cuando no está el dinero y un marido que da miedo. Y eso es de lo que trata la quinta temporada. Walt no es el mismo hombre y ha pasado a ser el que lleva la iniciativa. Es una nueva persona y no tiene miedo. Se ha demostrado que es casi invencible cuando confía en su inteligencia y ahora es el capo. Cuando ocurre eso Skyler pierde el control y entra en una espiral destructiva. Ella ya no tiene el dominio sobre su vida, ni sobre la casa, ni sobre el negocio, ni sobre nada. Se compró el lavadero, como ella quiso, ayudó a Beneke sin consultarlo, se marchó con sus hijos y echó a su marido de casa, pero ella ya no manda.

A veces me resulta extraño que en una serie así salten cosas como mejicanos que chapurrean el español o localizaciones que no pasan por Méjico ni por Alemania. Supongo que tienen dinero, inviertan en arte, en producción, en localizaciones y en clases de español.

Jesse es un personaje que vive un gran viaje. Ningún otro vive lo que él vive, la serie sin él no se entiende. Pero no tiene la presencia de otros personajes. ¿Por qué? A veces es sólo cuestión de feeling o de gusto personal… o del doblaje.

Sólo puedo decir que esta serie, si te gusta el cine, hay que recomendarla. Es de lo mejor que he visto nunca y escribo con pasión de ella, pero también con lástima de que no queda mucho para dejar de tener por mi casa a Bryan Cranston y compañía.

A continuación os dejo con un “tribute” bastante chulo de las 4 temporadas que ya hemos visto, y por lo que se escucha en la red, lo que está por venir de la quinta va a estar a la altura.

Como extra un par de guiños a la serie. Salvemos a Walter y si tienes algún problema, llama a Saul.


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