Revista Cocina

¿Cómo sabemos si un producto contiene aditivos?

Por Mamucer @MarinaMunozC

¿Cómo sabemos si un producto contiene aditivos?

– Marina Muñoz Cervera –

La presencia de aditivos debe figurar entre los ingredientes de la etiqueta de información nutricional de los productos.

El problema que nos encontramos a la hora de saber qué tipo de sustancias estamos ingiriendo, es que los aditivos se identifican, unas veces, con el nombre, otras con su función y, otras, con un número o código establecido y legislado para la mención de su presencia, junto a alguna palabra que lo describe muy someramente.

El resultado de todo ello, es que cuando leemos la lista de ingredientes, no sabemos casi nada, excepto que el producto lleva químicos con distintas funciones. A no ser que dispongamos de las fuentes bibliográficas que nos ayuden a interpretar las numeraciones. Todo ello, dificulta mucho nuestra información y, al final, terminamos consumiendo el producto, sabiendo que contiene aditivos, pero sin tener ni idea de su naturaleza ni efectos reales.

Como ya vimos en la entrada anterior, los riesgos para la salud de los aditivos alimentarios derivan del abuso de consumo de productos que los contienen, ya que todos los aditivos presentes en la comida o bebida industrial, se consideran «inocuos» en las dosis que establece la legislación para 1 producto. Sin embargo, el efecto acumulativo de estas sustancias se nos escapa de las manos cuando nuestro consumo es alto o moderado y, en cualquier caso, tenemos derecho a saber qué comemos a diario.

La forma de solventar este problema es consumir, de forma cotidiana, productos frescos y saludables que no los contengan y, solo esporádicamente, comida o bebida industrial. Pero, desgraciadamente, con el ritmo de vida y el elevado consumismo de la sociedad actual, lo anterior, se hace difícil, por no decir imposible en muchas ocasiones.

Vamos a intentar aclarar la forma de identificación de los aditivos alimentarios, presentes en bebidas y productos comerciales, para tener las ideas más claras.

La nomenclatura de los aditivos alimentarios.

La denominación de los aditivos alimentarios, presentes en los productos industriales, está regulado por el Codex Alimentarius, y el Sistema Internacional de Numeración de Aditivos (SIN) fue establecido por el Comité del Codex sobre Aditivos Alimentarios y Contaminantes de los Alimentos (CCFAC).

Sin embargo, el SIN solo es un sistema de clasificación y de numeración,  ya que no existe valoración toxicológica por parte del Codex.

En Europa, la numeración de los aditivos va precedida por la letra E, en otros países solo encontraremos el número y, en todos los casos, debe ir precedido de alguna palabra explicativa, porque el Codex estipula que al lado del código de cualquier aditivo identificado por un número, debe figurar algún término que aclare al consumidor de que se trata.

Ejemplo práctico:

Si leemos los ingredientes de un yogur, considerado «muy saludable», con el nombre genérico de «Yogur descremado bebible light» y vendido en un país de América Latina, podemos encontrar lo siguiente:

– Leche descremada en polvo.
– Pulpa molida de frutilla.
– Estabilizantes (440ii y 1404).
– Esencia idéntica a la natural de frutilla.
– Colorante natural (120).
– Conservante (202).
– Edulcorantes artificiales (951-Aspartame y 950-Acesulfame).
– Vitaminas A, D3 y E.
– Bacterias lácticas específicas (Lactobacillus acidophillus y Streptococcus thermophilus).

También, indica en el envase que «contiene fenilalanina».

Tras la lectura de este listado de ingredientes, vemos que estamos antes un producto ultraprocesado que contiene una esencia artificial y 4 tipos de aditivos distintos: 2 estabilizantes, 1 colorante, 1 conservante y 2 edulcorantes artificiales. Seguramente, al leer que está enriquecido con vitaminas, nos consuela mucho y pensamos que estamos nutriéndonos, pero nada más lejos de la realidad, como veremos a continuación.

Para saber más, tenemos que consultar la lista de códigos internacionales SIN y hemos encontrado lo siguiente:

El colorante natural (120) corresponde a «carmines». Si buscamos su analogía con el código europeo, se trataría del número E-120, ácido carmínico, colorante natural de color rojo al carmín oscuro, obtenido de insectos como la cochinilla y se extrae de las hembras secas de este insecto, de forma química o bien, por el aplastamiento de los insectos. Sobre este colorante se describen efectos adversos, como hiperactividad, asma, eczema e insomnio y no se recomienda dar a los niños.

Ante la descripción anterior, seguramente nos darán ganas de tirar el yogur bebible a la basura, sin embargo, un vaso del mismo, de cuando en cuando, no nos haría ningún efecto, porque la dosis que incluye, nos dice la legislación que no es tóxica y existen controles que no permiten más cantidad. El problema surge cuando bebemos todos los días del mencionado yogur y, se agrava, si además consumimos otros productos que también incluyen el colorante 120, como algunos carmines para los labios, por citar algún producto distinto al alimentario.

Los estabilizantes 440ii y 1404 corresponden a pectinas y a almidón oxidado, respectivamente. El 440ii equivale a las pectinas de las manzanas tratadas con amoniaco y no parece que ocasionen daños graves a la salud, excepto flatulencias o problemas gastrointestinales, si se toman en grandes cantidades. El 1404 es un estabilizante obtenido de almidones de origen natural o procedentes del maíz transgénico y no parece que tenga efectos adversos, excepto diarrea en niños y problemas digestivos y, en animales de experimentación, produce cálculos renales.

El conservante (202), que en Europa se encuentra como E-202, corresponde con el «sorbato de potasio», una sal soluble del ácido sórbico que se utiliza para evitar el crecimiento de hongos filamentosos en algunos alimentos ácidos. También se describen reacciones a alérgicas y problemas de digestivos asociados al consumo de este aditivo.

Los edulcorantes artificiales (951- Aspartame y 950-Acesulfame), corresponden al conocido Aspartamo y Acelsufamo. Tanto uno como otro se describen como venenosos. Sobre el Aspartamo hay mucho escrito y algunos autores indican que es un producto neurotóxico, que puede producir más de 92 síntomas. En cuanto al Acelsufamo, se describe como peor que el aspartamo y la sacarina juntas, y se relaciona con el cáncer, tumores pulmonares, colesterol alto, etc.

Respecto al contenido en fenilalanina del producto, comentaros que este aminoácido forma parte de la molécula del aspartamo y no debe ser consumido por embarazadas, ni por personas con fenilcetonuria.

Después de leer todo lo anterior, quizás podamos comprender nuestra necesidad de optar por una alimentación natural. Porque, a pesar de que todos los aditivos han sido evaluados por el Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios (JECFA), resulta muy complicado pensar que nuestro metabolismo tenga la capacidad de procesar muchos más productos como el descrito o con muchos más aditivos, en un solo día.

No obstante, nos quedamos con la «tranquilidad» de que todos los aditivos presentes en alimentos y bebidas estás sujetos a una estricta regulación por parte de las agencias de inocuidad alimentaria, que determinan sus usos y cantidades a emplear.

Y, por otra parte, tenemos la seguridad de que un producto que contiene conservantes, estará libre de gérmenes y este hecho puede resultar una ventaja en determinadas situaciones en las que no es posible conservar alimentos frescos.

Como vemos, de nosotros depende la cantidad de químicos que comemos o bebemos diariamente. Si decidimos basar nuestra alimentación en productos cargados de sustancias superfluas o bien, optamos por una alimentación lo más natural posible, recurriendo en caso de necesidad a los alimentos y bebidas comerciales de este tipo. Estamos seguros de que la segunda opción es la más saludable.

Si queréis conocer la numeración de aditivos alimentarios del SIN, podéis acceder a través del siguiente enlace de la FAO: SISTEMA INTERNACIONAL DE NUMERACION DE LOS ADITIVOS ALIMENTARIOS

Y, para terminar esta entrada, comentaros que los efectos secundarios leves que se asocian con muchos aditivos, tales como flatulencias, problemas digestivos, diarreas, etc. no son tan leves para el funcionamiento global de nuestro metabolismo, porque indican que se está alterando la flora saprofita beneficiosa de nuestro intestino, imprescindible para gozar de buena salud y, cuya escasez, cada día se relaciona más con la génesis de múltiples patologías. Seguiremos profundizando en el tema en sucesivas entradas.

Fuentes:

– Nokolai Sharapin. “Fundamentos de Tecnología de Productos Fitoterapéuticos”. Ed. CYTED (Ciencia y Tecnología para el Desarrollo). Colombia, 2000.

– FAO, OMS. “Codex Alimentarius. Requisitos generales”. Volumen 1A, segunda edición. Roma, 1999.

– Corinne Couget. “Peligro: Los aditivos alimentarios”. Ediciones Obelisco. Barcelona, 2011. ISBN: 978-84-9777-492-5.

Imagen:

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