Revista Opinión

Del nivel de éxito del nacionalismo español

Publicado el 01 marzo 2013 por Vigilis @vigilis
El debate histórico o histórico-político que nos ocupa, es el siguiente: los esfuerzos en construir un estado-nación en España durante parte del XIX y del XX y su relación con los nacionalismos españoles (como veis, no es una pregunta).
Hay, hasta donde yo sé, dos ideas:
  • Los nacionalismos aparecen como respuesta romántica al fracaso o inconclusión del proceso nacionalizador español. Es decir, los nacionalismos españoles surgen siguiendo una estrategia «ventajista».
  • Los nacionalismos aparecen precisamente debido al éxito del proceso nacionalizador español. Vendrían a ser una especie de reacción, frente a los esfuerzos revolucionarios institucionales.
Es interesante plantear en estos términos el debate, porque aparecen posiciones como enfrentadas. Mi posición en el tema es muy aburrida: el proceso de nacionalización en España y la aparición de los nacionalismos forman un conjunto de tradeoffs deseables para todos.

Del nivel de éxito del nacionalismo español

España en el XIX.

Tenemos otros ejemplos de procesos de creación de estados-nación modernos donde ver qué sucede. El caso de Francia, un país que cruzaba el 1800 siendo tan heterogéneo como España, es el paradigma del republicanismo civilizador: leyes educativas estatales, programa de otras públicas (ferrocarriles sobre todo, pero también puertos y caminos), ejército nacional; en un par de décadas, la cantidad de paisanos que no hablan francés, se reduce al mínimo y todas las externalidades positivas le siguen (más actividad económica, mejores condiciones de trabajo, más movilidad, un cierto ascensor social...).
El proceso alemán: básicamente, una unión aduanera que puso en contacto a los ricos terratenientes prusianos, con los recursos de la cuenca del Ruhr (mola resumir un semestre en una frase). Como la nación ya existía, los diferentes estados del Antiguo Régimen no fueron origen de pequeños nacionalismos. Excepto tal vez en Austria, pero según avanza el siglo, Austria tendría sus propios problemas intentando civilizar un imperio que nacía rodeado de otros imperios (biocenosis harto complicada).
Cuenta Doña Cristina Losada:
Al contrario de lo que cuentan a los niños los secesionistas, no fue el exceso de centralización y jacobinismo el que estimuló, como legítima reacción, el surgimiento de regionalismos y nacionalismos, sino al revés. Fue por falta de ambos que pudieron mantenerse residuos del Antiguo Régimen y florecer los particularismos.

Claro. Es que España no puede ser categorizada en ninguna gran corriente modernizadora debido a que cuando tocaba hacer carreteras, crear las primeras empresas industriales y enseñar a leer a la gente; estaba en guerra. No podemos pasar por alto que en el XIX hubo tres guerras civiles. Y no sólo eso, además, cambios de gobierno que evitaban la continuidad en las reformas. O que estas reformas no consiguieran sumar a las diferentes bandas partidarias o partidos.
El nacionalismo español no fue único, ni sus diferencias, pequeñas
Del nivel de éxito del nacionalismo españolFrente a toda reforma siempre aparece la resistencia al cambio. En España, los carlistas aparecen con más fuerza en País Vasco y Cataluña, precisamente lugares donde el cambio era más evidente. Pero es importante decir que mientras los carlistas sí querían fueros (que no eran otra cosa que pactos de las gentes con la Corona), no creo que se pueda poner en relación los nacionalismos románticos españoles con el carlismo. En efecto, el carlismo no deja de ser una expresión del nacionalismo español. Del mismo modo que los isabelinos también eran expresión del nacionalismo español. El nacionalismo español no es un compendio exacto de dogmas. Igual que el resto de nacionalismos españoles no españoles (qué difícil es escribir de esto en este país, caray), se trata de una idea de España, en la que lo importante es saber qué es España y no tanto, cómo tiene que ser España (el cómo lo resolverán los españoles, pero primero sepamos qué demonios es ser español).
En esta línea, es interesante añadir que cuando se empiezan a organizar algunos nacionalismos, se trata de grupos sin líneas políticas definidas. El mejor ejemplo es el del Partido Galeguista, que solamente, cuando deciden presentarse en el 36 con el Frente Popular, se dividen por diferencias ideológicas irreconciliables. Otro caso es el SNP escocés, que en sus estatutos afirma que se disolverá el día que obtengan la independencia escocesa.
El nacionalismo español, por lo tanto, no es único. Comprende desde su origen diferencias no poco sutiles. De hecho, diferencias tan poco sutiles que se llevaron por delante a cientos de miles de personas. El nacionalismo español en el XIX fue una de las ideas que más gente se llevó por delante, sólo comparable a la guerra del 36.
Atendiendo a los resultados de aquel enfrentamiento, recupero mi hipótesis de los tradeoffs, en este caso, entre las diferentes bandas partidarias del nacionalismo español. Puede que los carlistas «perdieran» (Carlos no entró en Madrid), sin embargo, obtuvieron efectivamente un contrato especial con Navarra, y los mimitos de Madrid para las provincias forales que arrastramos vergonzosamente hasta hoy. Es importante señalar que entre los isabelinos, el bando de los moderados tuvo más peso en el momento en que la gente que desconocía el Antiguo Régimen (esto es, la primera generación de españoles que desconoció el Antiguo Régimen) alcanzó la mayoría de edad. El Espadón de Loja ayudó, sí, pero no olvidemos que la inmensa mayoría de españoles no veía la manera de transformar la instrucción pública para quitar la influencia de la Iglesia y hacer de ella un instrumento nacionalizador.
La educación no fue un instrumento del Estado

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«Luz de Trento, martillo de herejes, espada de Roma». España e Iglesia han estado tan entremezclados, que no sabemos distinguir los intereses de España con los de la Iglesia.

La educación en España no fue un instrumento nacionalizador. No tanto como lo fue en Francia, desde luego. La educación dependía de la Iglesa. La Iglesia, en tanto poder fáctico, tenía una agenda propia. Es cierto que el Estado no tuvo reparo en recurrir a la expropiación de los bienes eclesiásticos para reparar sus maltrechas cuentas, pero nunca se les ocurrió quitar la prerrogativa educativa a la Iglesia. ¿Por qué? Bueno, hoy es el Estado el que se dedica a instruir y vemos cómo cada jueves aparece una ley educativa nueva o los niños, directamente, se gradúan sin saber nada que merezca la pena. Es tan jugoso decidir lo que estudian los niños, que siempre se va a instrumentalizar en manos de los que mandan. ¿Cómo hacen otros países? Hacen lo mismo que España, solo que sin discutir. El truco está en que otros países sí saben —más o menos—, qué demonios son, por lo tanto, los principios educativos no suponen un gran problema.
El campo, un problema que cumple 200 años y sigue sin solución
La desamortización de los bienes de la Iglesia fue un cambio fundamental en España. Muy importante en muchos ámbitos, pero crucial en el tema de la nacionalización de España. La Iglesia era la primera propietaria del país. La única resistencia de las migraciones campo-ciudad y por tanto, de la proletarización, eran las explotaciones agrarias eclesiásticas. Arriendos de tierras por dos duros a gente que dedicaba parte de su tiempo a un monasterio. Con la desamortización, todo esto cambia. La orografía crea las verdaderas dos Españas, la norte y la sur. En el norte, arrendatarios rurales pasan a ser pequeños propietarios (serían los cultivateurs españoles), y permanecerán en esa condición hasta hoy. En el sur aparecen los especuladores, normalmente de la burguesía débilmente capitalizada. El ascenso social se vuelve relativamente barato para los que partían de mejor posición. A esta situación le añades tiempo y presión, y te aparece el conocido como problema agrario español.
A mediados del XIX, por primera vez en su historia, los pueblos rurales dejan de poder consumir lo que producen porque no producen lo suficiente. Esto no es malo por sí mismo: se supone que se crean mercados e intercambios, aparece la especialización y la división del trabajo y en general, sube el nivel de vida de todos. El caso es que en España este proceso se ve truncado. España es un país vacío, despoblado, desconectado e incomunicado. Tras la desamortización, no aparecen nuevos mercados. La meseta es llana, pero los pueblos están demasiado lejos. Ante la crisis, la gente buscará fortuna en las ciudades.
España lleva doscientos años definida por las diferencias entre el norte y el sur. Diferencias que tienen su origen en la propiedad de la tierra. Ningún gobierno metió mano en este asunto. No de forma que resolviera el problema (creo que en la Segunda República se hizo el paripé con el tema, pero sin efectos prácticos). Sospecho que parte del problema norte/sur de España es la carencia histórica de infraestructuras de transporte.
Infraestructuras: tarde y mal
Unas carreteras que llegaron tarde. En época moderna tenemos lo de Primo de Rivera y poco más. Durante demasiado tiempo no hubo manera de conectar el carbón asturiano con los puertos andaluces o la fruta murciana con las sociedades gastronómicas bilbaínas. Las infraestructuras no participaron en el proceso nacionalizador. Puede que solamente en época recientísima, con Franco, pero el proceso nacionalizador bajo Franco no es útil porque se trataba de gestionar la victoria de una guerra no contra un invasor, sino contra casi media España. Y además, se produce en época tan reciente que el país está en otra dinámica.

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El rey Alfonso XII en la inauguración de la línea directa Madrid (Delicias)-Ciudad Real. Grabado de La Ilustración Española y Americana del 08-02-1879. Del interesantísimo blog Historias matritenses

No. Las infraestructuras en España sirvieron para servir a la Corte. Es brutalmente definitorio ver los movimientos migratorios de España como consecuencia de esto. No sólo eso, sino que el 10% de la población se concentre en un oasis en mitad del desierto es alucinante. No sé si el único otro ejemplo que existe de un fenómeno así es Moscú. Tendría que mirarlo. Lo que está claro es que las infraestructuras no sirvieron a todo el país: al contrario, precipitaron migraciones internas que empobrecieron el campo y aumentaron el lumpen violento y brutal de las ciudades.
Como contraejemplo de hasta qué punto las infraestructuras condicionan la nacionalización de un país, tenemos a Estados Unidos. EE. UU. tiene un proyecto nacional que solamente se cumple en función del aumento de las infraestructuras: Vanderbilt alcanza el monopolio de los ferrocarriles, Rockefeller los usa para alcanzar el monopolio del refinado de petróleo, tarifan, y Rockefeller comienza a enterrar oleoductos, entonces Carnegie quiere competir con Vanderbilt y levanta un puente enorme de acero y en el proceso se da cuenta que el negocio está en el acero, no en el ferrocarril. Y se empieza a usar el acero en los edificios, que concentran a una población que no para de crecer en las ciudades y de pronto todo el mundo ve que en quince años, Estados Unidos de ser un pequeño país desconocido y simpático, pasa a ser potencia continental con ferrocarriles, petróleo y acero... Estados Unidos basa su proceso nacionalizador en el egoísmo de un puñado de industriales y su historia comienza con el ferrocarril (me disculpará Hollywood, pero hasta el final de la Guerra de Secesión, Estados Unidos no pintaba nada: un lugar salvaje y vacío lleno de frikis).
Un ejército que no sirve a la nación
El ejército nacional, instrumento en la construcción moderna de los estados-nación, no fue utilizado con ese fin en España. Un ejército que comienza el nuevo siglo con una victoria y que paradójicamente está hecho trizas. Una armada sometida a la incomprensión del control político. Después, un instrumento de guerra colonial en África y poco más. Ni siquiera el proceso de selección de quintos fue usado para que gente de diferentes procedencias sociales tuvieran experiencias comunes. La influencia de los espadones en la política convirtió al generalato en una especie de aristocracia intocable. Haciendo honor a la añeja tradición militar española, los oficiales ascendían por pura antigüedad. Entramos en el nuevo siglo con un montón de animales de bellota en el Estado Mayor, con una guerra en África que solamente consumía recursos sin tener muy claro cuál era el objetivo y aún así, con posiciones absolutamente privilegiadas en el alto mando. Lo de recompensar a los más inútiles y todo eso. Sí hay que decir en honor a la justicia, que la aparición de la Guardia Civil como cuerpo militar rural, fue una de esas medidas nacionalizadoras.
...en España, donde la necesidad es mayor por efecto de sus guerras y disturbios civiles, no tiene la sociedad más apoyo que la milicia o el Ejército, inadecuados para llenar este objeto...

Resulta curioso que la aparición de la Guardia Civil responda a una necesidad básica del estado: el control efectivo del territorio. Incluso muchos años después de la creación de la Guardia Civil, con el tipo de comunicaciones y los recursos dedicados a su operatividad, no es locura decir que Madrid no controlaba de forma efectiva todo el territorio.
Españoles divididos
Tenemos una España en el norte, y otra en el sur. Una España en las ciudades y otra en el campo (en las elecciones de la Restauración, es muy curioso cómo van variando los límites de las circunscripciones para equilibrar la población rural, ah y que llegara un momento, en que la gente en las ciudades dejó de votar...). Una España cercana a la Corte y otra de provincias (nótese cómo hay kioskos en Madrid que todavía anuncian: «Prensa Nacional y de Provincias», es decir, lo que se hace en la capital es lo nacional, el resto no). Son éstas las diferencias que hay en España. Las diferencias por determinación geográfica son cosa recientísima y obedecen a demandas del momento.
Origen del regionalismo gallego
Por ejemplo, se dice que el origen del regionalismo gallego está en las demandas de creación cultural gallega de una cierta burguesía que quiere hacer del gallego una lengua literaria, y también se suele decir que las condiciones miserables del campesinado gallego, obligado a emigrar, sin esperanzas, hecho un desastre, creó cierta suerte de conflicto social que tuvo como vía de escape la creación de asociaciones con reclamaciones regionalistas, etc.
Bueno, la realidad siempre es mucho más prosaica, directa y sencilla que los cuentos: las primeras sociedades regionalistas, las crearon caciques para ganar votos de los cultivateurs. Cuando en un pueblo del interior de Galicia (último tercio del XIX), vemos que se crea un sindicato agrario, con un fondo para viudas y un periódico con toque folclórico y contestatario, podemos estar seguros de que hay una lucha por un escaño en Madrid. La prensa, ideal instrumento para poner a caldo a tu oponente, las sociedades protectoras, ideal instrumento para captar votos.

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Un ayuntamiento.

Sin estas sociedades agrarias, no hubieran existido las Irmandades da Fala y sin Irmandades da Fala, no habría un galleguismo político. Ahora bien, lo que ocurre es que aquellos viejos caciques no pudieron prever las consecuencias de sus actos. Así, hay dos nacimientos políticos del nacionalismo gallego: uno, el de las Irmandades da Fala, y otro, antagónico a aquél que nace en los 70 diciendo que Galicia es una colonia subdesarrollada y que igual que África se estaba independizando, así debía hacer Galicia.
La anti-España
Al rey la hacienda y la vida se ha de dar, /
pero el honor es patrimonio del alma, /
y el alma sólo es de Dios
Calderón de la Barca. El alcalde de Zalamea

Para tratar de entender si los que mandaban en España tuvieron éxito o fracasaron, es imprescindible analizar el origen de los otros nacionalismos españoles. No profundizo, pero la condición particular de Navarra bien pudo surgir de la decisión de Madrid de tener una especial relación con ellos. El apoyo del requeté a Franco en la guerra del 36 hizo que hoy Navarra tenga una consideración especial en las leyes de organización del Estado. El tema de las provincias vascongadas es parecido: una serie de privilegios que concede Madrid porque se estaba dando cierta industrialización y había tensiones campo-ciudad, con el siglo XIX plagado de guerras civiles, para qué vamos a protestar. Y luego está el caso catalán. El nacionalismo catalán lo que quería era arreglar España. Soporte fundamental de las dos dictaduras que vivió España en el siglo pasado. El desarrollo precoz de Cataluña, alteró las instituciones españolas de tal forma que nunca dejó de ser un lugar privilegiado (no privilegiado como Gibraltar, sino privilegiado en el sentido histórico: los privilegiados siempre fueron cuatro. Los mismos, además).
Muy básicamente: el nacionalismo gallego es una consecuencia imprevista de la Restauración, el nacionalismo vasco se diseña en Madrid para evitar una cuarta guerra carlista y el nacionalismo catalán es igualmente diseñado para privilegiar a cuatro (por cierto, por el camino comprometiendo la felicidad del resto del país). Está claro que esto no es exactamente así, de lo que se trata es de ver cómo ha habido una reacción periférica a decisiones tomadas en Madrid.
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Intuyo que todos los nacionalismos españoles van naciendo en la misma época. Primero, los nacionalismos del estado-nación (isabelinos y carlistas, moderados y exaltados, conservadores y liberales, etc), después, debido a acciones de estos nacionalistas, el resto de nacionalismos españoles (los que se suelen llamar «regionales»).
Por lo tanto, ¿los segundos surgen por debilidad de los primeros o al revés? Nuevamente, mi posición es muy aburrida: España fue un país subdesarrollado hasta ayer por la tarde, la gente corriente tenía necesidades inmediatas que cubrir, por lo tanto, este tema nunca tuvo relevancia histórica (sólo ahora, que nos hemos vuelto cómodos, hablamos de estos temas, privilegios de ricos). Es importante apuntar esto, ya que si nadie pensaba que esto era importante, ninguna política se aprobaría en función de este tema. También sería importante analizar cuáles eran las motivaciones últimas de los líderes políticos de la época. Creo que muchos no ligaban. El caso es que siempre estamos hablando de élites muy escogiditas y que, para asombro de la platea, se conocían bien todos (todos los que pintaban algo).
Ahora
A esta situación le da la vuelta la guerra (—¿qué guerra? —qué más da, todas son iguales), pero lo que acaba de trastocar por completo la correlación de fuerzas es el Estado de las Autonomías. Dar un caracter político a la Región de Murcia, pues, con toda mi tolerancia para esa región, creo que es una cagada magistral.
Debemos preguntarnos si dar autonomía a todas partes de España es una buena idea. Dar autonomía a algunas partes de España ya sabemos que interesa mucho a los gobiernos de Madrid. Ahora, que de pronto aparezca una nación asturiana suena a cachondeo. Quiero decir, ¿la creación de nuevas instituciones acaso no ha creado nuevos incentivos? La organización territorial del Estado no debe responder a la idea que uno tenga de la historia de su pueblo, sino a las necesidades de la gente, manteniendo, en la medida de lo posible, lo que es propio de los pueblos: yo que sé, las fiestas de la patrona, el lavadero y las cosas diarias.
Es tan solo una cuestión de grado hablar del lavadero de un pueblo o del estatuto de autonomía de una Autonomía. Al final, de lo que se trata no es de tener una u otra bandera, sino de qué hacer con ella. España lleva doscientos años sin resolver una serie de problemas como el agrario o el demográfico y además, aquí se gobierna a trompicones. Yo lo que echo de menos en quienes señalan a la anti-España es que me digan cómo quieren que sea España. Pero sin trucos: la gente es cabezota y no va a dejar de hablar otros idiomas y eso significa que los jueces tienen que saber esos otros idiomas (todos a ser posible... o ninguno, pero que se diga a las claras).
¿Hay lugar en España para la gente que llama anti-España a una parte, pequeña, pero no irrelevante, de España? Una característica del ser español, es el odio a lo español que no conoce (herencia de nuestra aldea primordial).
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
Antonio Machado. A orillas del Duero

Pero no hace falta poner a la admirable gente de la meseta a aprender bailes regionales extraños. Si las condiciones históricas que promovieron el surgimiento del nacionalismo en Europa en el XIX no se dan hoy en día, es un acto inútil tratar de hacer hoy lo que se hacía entonces. Si es que se hacía.
Las colonias
Las colonias en época reciente, entiéndase. El mejor escaparate del proceso civilizador de un país, está en sus colonias. En el caso español son básicamente las posesiones africanas. Vemos cómo efectivamente se hacen escuelas, infraestructuras, etc. En ocasiones con una presteza y un cuidado superior a los empleados en la metrópoli. No parece que aquí España haya tenido un papel muy diferente al de otras potencias europeas. Sin llegar al extremo portugués, las colonias se usaron para beneficio de cierta clase capitalista clientelar.
Habría que ver hasta qué punto estos capitalistas de chichinabo y los dueños de la banca han dado forma al país. Resolver esto nos indicaría qué grado de influencia podía llegar a tener el nacionalismo político español en la conformación del estado moderno. Una pregunta, por cierto, que nunca se ha planteado el nacionalismo español (hasta donde yo sé, claro).

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