El derecho de pernada

El agudo humor de Montoro vuelve a poner el dedo sobre una doble llaga: La persistente presencia de políticos corruptos y la natural tendencia hispana a dilapidar el dinero fácil, o sea. Fue en Mallorca donde el PSOE puso el grito en el cielo hace un par de años, cuando un edil popular utilizó indebidamente la tarjeta de crédito para proporcionarse servicios de efebos y cocaína, delito que terminó reconociendo públicamente y siendo condenado por la justicia; ahora resulta que con distintos actores, la representación no cambia demasiado y los impuestos de la ciudadanía se iban en putas y cocaína para los elegidos, elegidos por el pueblo, quiero decir. Uno no termina por saber que duele más, si el robo o el modo de gastar lo robado; dicen que fácil se va el dinero que fácil se gana, y no hay como actividades alegales o ilegales (la cocaína es ilegal y la prostitución no está permitida) para que el placer del expolio sea todavía mayor. Como en los cortijos decimonónicos. Como en la Edad Media, sin que el derecho de pernada fuese sobre mujeres casadas. Como siempre, a lo largo de la historia, porque poco hemos cambiado en los últimos diez o quince siglos. Lo malo es que toda esta basura sea utilizada por los partidos para acusarse mutuamente de sus propios defectos; eso sí que es una tomadura de pelo al pueblo, todavía mayor que la de gastarse los impuestos en putas y cocaína.