Revista Cultura y Ocio

El rey Minos: hombre y mito

Por Joaquintoledo

El rey Minos: hombre y mito

El rey Minos, ¿Quién era?

¿Quién fue el rey Minos?, ¿fue real o mítico? Tal vez al examinar la historia de los griegos éste no sea el primer y ni el último personaje sobre el cual surgen esas mismas interrogantes. Quizá debido a la luz de nuevos descubrimientos podríamos calificarlo como semi-mítico o semi-legendario. Pero vayamos por partes. Se cree que Minos fue rey de Creta y de algunas posesiones isleñas del Mar Egeo. Estamos hablando de épocas anteriores a la Guerra de Troya, es decir antes del 1250 a.n.e. aprox. Pues bien, Minos era tan poderoso que muchas ciudades le rendían culto y tributo gracias a una poderosa flota naval y a un conjunto de leyes, siendo el creador de una constitución. Lo curioso es que en la Grecia continental, especialmente en Atenas se le conoce como un ser cruel y despiadado…
Ahora bien, debemos responder la segunda pregunta. ¿Existió, o fue sólo mítico? Con hallazgos tales como las zonas laberínticas y un relativo culto a los seres de cuernos como el toro o con ese tipo de rasgos, han llevado a que los eruditos y expertos en el tema, colijan de que, efectivamente, Minos no sólo existe en el campo mítico, sino que realmente fue de carne y hueso. Y, lo más probable, es que toda la cantidad de mitos que giraron a su alrededor se debió, más que todo, a que, en efecto, era muy prestigioso, rico, influyente y poderoso. Después de todo no es descabellado que grandes reyes o estados de la antigüedad se hayan inventado orígenes o narraciones míticas alrededor de ellos. Además, independientemente si se trataba de Minos o no, los historiadores creen que la importancia de la Cultura Minoica, se basa justamente en el poder que ostentaba el rey de Creta, pudiendo haber alcanzando esa máxima plenitud con Minos, al que inclusive, como veremos ahora, se le implantó una relación muy cercana a los dioses y la mitología así como hasta un origen divino. Como sea, cada día que pasa se escala un peldaño en la investigación y puede que no esté lejano el momento en que se halle la tumba de Minos y pueda resolverse totalmente la incógnita acerca de su existencia.
Según la tradición existe la creencia de afirmar la existencia de un solo Minos, el mitológico tan conocido y participante de varias leyendas y enredos. Este monarca, tenía un hipotético origen divino. En efecto, era hijo de Zeus y Europa, y además tuvo por hermanos a Radamantis y Sarpedón, criados los tres por el rey y padre adoptivo de Minos, llamado Asterión, un cretense que no quería tener hijos con Europa luego de que esta tuviese un par de aventuras con el dios supremo (Zeus). No obstante cuidó de los jóvenes como si fuesen sus hijos híbridos. Fue así que con el tiempo Minos maduró  y tras desterrar a sus hermanos se convirtió en el rey poderoso que conocemos. Ahora bien, algunos investigadores estiman que no fue uno, sino dos los reyes llamados Minos. Uno bueno y otro malo, en ese orden respectivo. El primero, o sea el bueno, sería el hijo de Zeus y Europa más arriba señalado. Reinó con justicia y al morir se le convirtió en uno de los tres jueces de los muertos, junto con Radamantis y Éaco. Se especula que su esposa era Itone o la llamada Creta hija de Asterión, su padre adoptivo. Fruto de esta unión nació Licasto quien se casó con Idea, y cuyo hijo se llamó Minos en honor al abuelo, y este vendría a ser el rey malo y a quien se le debe todos los mitos y gloria. El monarca malvado tuvo muchos hijos con su esposa Pasífae, entre ellos Androgeo, Catreo, Ariadna, Fedra, Glauco y Deucalión, este último padre de Idromeneo, el rey de Creta, quien condujo a sus compatriotas a la célebre Guerra de Troya.

La religión y la mitología de los minoicos, el protagonismo de Minos

Cuentan los mitos, que Dédalo, un joven natural de Atenas, quien era muy celoso, trabajaba junto con su sobrino Talo en la construcción de estatuas pues eran escultores y para ello también ideaban herramientas idóneas. Talo era tan ingenioso como el tío y creó el serrucho inspirado en los dientes de serpiente. Totalmente cegado por los celos y la ira, Dédalo le da muerte. Se le consideró sospechoso pero ante la falta de pruebas es solamente desterrado de Atenas, ciudad que se creía ya tenía cierta importancia desde el 1400 a.n.e. Dédalo entonces debió partir hacia la isla de Creta donde fue recibido por el rey Minos (si tenemos en cuenta los dos, sería el segundo, es decir el malo, así como en todos los demás mitos). Debemos subrayar que esta isla andaba carente de buenos arquitectos y escultores, así que la llegada de Dédalo había sido bastante propicia. Es aquí donde entra a tallar otro capítulo de la historia, o podremos decir, otro mito. Como hemos mencionado ya el rey Minos era muy pendenciero y arrogante, y su esposa Pasífae fue víctima del designio de un dios a causa de una insolencia que el soberano de Creta cometió. Las fuentes varían en la causa real: algunos afirman que Minos pidió ayuda a Poseidón para asegurarse el trono, y el dios lo escuchó pidiéndole sólo que sacrifique un gran toro blanco en su nombre, pero Minos quedó sorprendido ante aquella hermosa bestia y lo ocultó sin hacer la esperada ofrenda. Poseidón, furioso, una maldición a Pasífae, llenándola de amor hacia la bestia blanca. Entre otras versiones se señala que durante un año Minos no hizo el sacrificio adecuado y Poseidón se enfadó enviando al toro y la maldición señalada. Otras versiones también nos dicen que quien lo envió fue Afrodita, celosa, pues al parecer la esposa del rey era amante de Ares…

El rey Minos: hombre y mito

Sea cual sea la historia, la conclusión es una sola: la molestia divina. Asumamos que vino de Poseidón por ser el dios más recurrente en los mitos. Entonces envió al toro y desató aquella loca y prohibida pasión en Pasífae. Minos no se percató o lo creyó una locura mientas la reina intentaba de todo para seducir al toro, cosa que no daba resultados. Para concretar el acto la reina pidió ayuda a Dédalo, ya en la corte del rey y famoso por su habilidad de escultor, que le construyese una vaca de madera de modo que Pasífae pudiese ingresar y engañar al toro. Concretado tal aberrante acto, fruto de esa relación, nacería el famoso mino tauro (su nombre viene de “Toro de Minos”), con cuerpo de hombre y cabeza de toro, bestia violenta y que se alimentaba de carne humana, aunque también recibió como nombre propio Asterión, que no debe confundirse con el del humano. La bestia creció y se hizo fuerte y aparentemente invencible, aterrorizaba a todos los hombres y engullía a cualquiera. Mientas comía niños, campesinos o ancianos y su brutalidad iba en aumento, Minos no pudo esconder más el secreto o la indiferencia, quizá a causa de la vergüenza de la locura de su mujer, y le pidió a Dédalo su ayuda. Se trataba de un laberinto, subterráneo desde el cual la bestia no pudiese salir nunca. Fue así que surgió el famoso laberinto con tantos pasadizos y rodeos donde las personas que quedaban atrapadas se extraviaban para siempre. Así, haciendo gala de su ingenio, Dédalo y Minos atrajeron a la bestia hasta el centro del laberinto quedando allí esta última encerrada para siempre y sepultando así el terror del pueblo.

El rey Minos: hombre y mito

Dédalo e Ícaro

Dédalo, a pesar de estar bien pagado y atendido, se quejaba del mucho trabajo que el rey le exigía, y quería marcharse, pues sabía que Minos contaba con la flota más importante de aquel entonces. Había tenido ya un hijo, llamado Ícaro, (con una esclava de Creta) y con quien trató de escapar. Se inspiró en los pájaros y construyó dos pares de alas, con gran cantidad de plumas fijando la estructura con cera de abejas y las adaptó a las espaladas de ambos y a sus brazos. Le advirtió a su hijo que no volará muy alto o la cera se derretiría y caería al mar, ni tampoco tan bajo, pues las plumas se mojarían, pesaría mucho y sucedería lo mismo. Al volar ambos, Ícaro se entusiasmó con el vuelo y luego de que pasaran por Samos y Delos, al hacerse hermosa la vista al sol, Ícaro no pudo resistirse y se acercó a él. Por ello las plumas empezaron a desprenderse y finalmente murió ahogado. La tierra cercana donde Ícaro falleció fue llamada por su padre Icaria, quien no dejaba de llorar. Dédalo llegó hasta Sicilia donde el rey Cócalo lo acogió. Minos buscó por todas partes al genio escultor, pero sin éxito al principio.

También cuenta la historia que Androgeo, hijo de Minos, marchó a la vecina Grecia peninsular para participar de los juegos atenienses. Egeo, el rey de Atenas de turno, retó a Androgeo a matar a un toro indómito que asolaba el Ática y que nada tiene que ver con el minotauro. Al parecer la bestia consiguió matar al príncipe, o al menos, otros competidores de los juegos envidiosos de su habilidad le dieron muerte, según otras versiones. Obviamente también había motivos políticos, pero esto fue un pretexto que Minos usó para lanzar su flota contra esta parte de Grecia, conquistando Megara y condenando a Atenas a un aislamiento, epidemias y miseria. Consultado el oráculo, se sugirió poner fin a la guerra, pero Creta y Minos impusieron un pesado tributo: se debían enviar siete jóvenes y siete vírgenes, cada nueve años, para que sean devoradas por el siniestro Minotauro. Pero Minos fue generoso, dando una opción: si alguno de ellos lograba escapar del laberinto, se levantaría el tributo; algo que a todas luces era imposible.

Es entonces cuando entra a tallar Teseo, otro personaje mítico por supuesto, que según se cuenta era hijo de Etra y del mismo Egeo, es decir el príncipe ateniense. Pero otras fuentes colocan al joven como a un semi-dios, pues Poseidón podría haber llegado a ser su verdadero padre tras violar a Etra. Para liberar a su pueblo, en el tercer envío y conocida su astucia militar, su padre aceptó su pedido de dejarlo marchar entre los del sacrificio para acabar con el monstruo. Al llegar la hija de Minos, llamada Ariadna, se enamoró de Teseo. El ateniense le pidió ayuda a cambio de llevársela a su tierra, ella aceptó y para matar a su medio hermano, el minotauro, la muchacha le entregó al héroe un ovillo de hilo; para no perderse y así ubicar la salida. Hay que aclarar que los sacrificados entraban a enfrentar a la bestia sin armas. Al ingresar Teseo, luego de verse algo confundido, escuchó los gruñidos del monstruo y lo encontró en el medio del laberinto. El héro se armó de coraje, y luego de una singular lucha, mató a puñetazos a la bestia y salvó a todo el grupo. Otras fuentes señalan que Ariadna le dio además una espada mágica invisible y con ella pudo derrotar a la bestia; acabando así con el tributo impuesto por Minos.

Ahora sólo quedaba volver a casa. Tanto Ariadna como su hermana, Fedra, viajaban en secreto con Teseo, como recordaremos. Pero el viaje estuvo plagado de desdichas. Ante una tempestad hubieron de refugiarse en la isla de Naxos. Pero allí Ariadna se perdió y Teseo a pesar de que la esperó, decidió finalmente continuar la marcha. Lo que sucedió fue que la joven se había quedado dormida en el bosque y por más que gritó y lloró sólo pudo ver al navío perdiéndose en el horizonte. Sin embargo, Teseo continuó con su viaje y aunque había prometido a su padre matar al minotauro e izar velas blancas a su regreso en los barcos para señalar que aún vivía, olvidó cambiar las velas negras que la embarcación aún llevaba. El rey Egeo, mirando hacia el horizonte, solo llegó a divisar a lo lejos las velas oscuras y sin soportar el dolor se suicidó antes de que Perseo llegue a tierra, lanzándose al mar, que desde entonces recibe su nombre: el mar Egeo. Teseo heredó entonces el trono y se casó con Fedra inmortalizando así su nombre hasta nuestros días.

En cuanto a Minos, también se le relaciona en el mito de Poliido, famoso adivino de la antigüedad, y Glauco, otro hijo del rey. Resulta que determinado día Glauco desapareció, y los Curetes dijeron que para hallarlo reuniera a varios adivinos y les preguntase de qué color era una vaca que el rey tenía en sus rebaños, la cual cambiaba de color tres veces al día, el que adivinase, daría con el joven y de estar muerto le daría vida. De todos los adivinos Poliido acertó, pues dijo que era del color de la zarzamora, cuyo fruto cambia de color a lo largo de la estación. Asombrado por su ingenio, Minos creyó haber encontrado al ideal y preguntó entonces dónde estaba su hijo. El adivino logró encontrar al joven en una bodega del palacio de Minos, aunque muerto. El rey furioso exigió que se le devuelva la vida, pero Poliido se opuso creyendo que era voluntad de los dioses. Mientras Minos lloraba se acercó una serpiente y Poliido la mató con la espada del rey; luego apareció otra serpiente más y en seguida esta volvió con una hierba que logró resucitar a la primera, y Poliido encontró la fórmula para revivir al príncipe. Minos se mostró agradecido pero retuvo al adivino haciéndole prometer que le enseñaría a su hijo todo el arte de la adivinación. Poliido aceptó en un principio y así lo hizo, pero cuando partió rumbo a Argos le pidió a Glauco que escupiera en su boca-del adivino-olvidándose el príncipe de todo lo aprendido.

Minos también es mencionado en el mito del rey Niso, consagrándose así como uno de los personajes más recurrentes que no habitan el Olimpo y sin embargo es protagonista de muchas aventuras. Se dice que Minos anhelaba mucho hacerse con Megara, pero su rey, llamado Nisos, era invencible, debido a que conservaba un mechón de pelo rojo entre sus canas. Mientras lo tuviese, nadie podría derrotarle; pero por casualidad, Escila, hija de Nisos se enamoró de Minos y para demostrarle dicho amor, le cortó el pelo rojo a su padre, muriéndose éste y cayendo todo el reino de Megara ante Creta. Luego Minos, muy justo, mató a Escila por haber desobedecido a su padre. Finalmente Minos, aquel mítico rey encontraría su fin buscando a Dédalo, viajando de ciudad en ciudad ocultándose y proponiendo un acertijo: que alguien se atreva a enhebrar una caracola espiral totalmente. Así entonces al llegar a Camico, el rey Cócalo buscó a Dédalo (que estaba en su corte como recordaremos) para que resuelva el enigma del extranjero, y en efecto, el genio colocó a una hormiga en el interior de la concha y la enhebró. Minos, cuando fue resuelto su acertijo, exigió que Dédalo le fuese entregado pues sabía que solamente él podría haber resuelto semejante tarea; pero Cócalo antes de dárselo le pidió que tome un baño y sus hijas mataron a Minos quemándolo con agua hirviendo.

Según otras versiones, al igual que su hipotético abuelo, el rey cretense, al morir se convirtió en juez del Hades junto con Éaco y Radamantis, teniendo el voto decisivo de los condenados. O sea, fue un reemplazo del Minos bueno tras la muerte y su llegada al Hades…o ¿hablamos del mismo Minos?


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