Revista Sociedad

El Señor de los Rayos de Temastián

Publicado el 08 enero 2014 por Jamedina @medinaloera

Señor de los Rayos.

   Estos gélidos días de enero contrastan con el cálido fervor religioso que se vive en Temastián, pueblo de cantera enclavado en el corazón del Norte de Jalisco, donde decenas de miles de peregrinos procedentes del Occidente y Norte de México, principalmente, acuden a celebrar, igual que todos los años, las fiestas del Señor de los Rayos. ¿Pero cuál es el origen de esta venerada imagen?, ¿cómo, cuándo y por qué se propagó devoción tan grande?

   Empecemos por decir que el Señor de los Rayos es una imagen del tamaño natural de un hombre, y de un Cristo, en el momento de expirar. Tiene la cabeza caída hacia el lado derecho. Su perfección como escultura es discreta, pero su piadosa actitud excita a la devoción de los creyentes.

Data del siglo XVI y proviene del Taller de Pátzcuaro

   Sobre el origen de la escultura se han ocupado varios autores, entre ellos el canónigo Luis Enrique Orozco y el padre Nicolás Valdés Huerta. De lo afirmado por ambos se puede concluir que el Cristo de Temastián está hecho de madera tan resistente que ha soportado el paso de los siglos. Data del siglo XVI y su manufactura corresponde al Taller de Pátzcuaro, en Michoacán.

   Aunque no hay constancia sobre el tiempo y modo en que esta imagen fue llevada a Temastián, todo indica que fue obra de los padres franciscanos de la Custodia de Zacatecas, quienes en 1591 establecieron un Centro de Evangelización en Colotlán, mismo que comprendía, entre otras doctrinas, las de Totatiche y Temastián. La fundación cristiana de ambos pueblos fue hecha por fray Juan Gómez entre 1592 y 1600.

Temastián fue primero Acatlan y luego Temaxtiani

Temastián. De P Con Amor y Fe en F

Altar mayor del Santuario del Señor de los Rayos.

   Por aquel tiempo, Temastián era una comunidad indígena llamada Acatlan, nombre náhuatl que quiere decir “carrizal”. Aún existe ese carrizal sobre el arroyo que cruza el pueblo, aunque ya reducido debido a la construcción de puentes.

   Los religiosos, al bautizar a los indígenas, añadieron a la comunidad el nombre de Espíritu Santo, quedando  como “Acatlan del Espíritu Santo”. Seguramente fue en ese tiempo cuando llevaron al Cristo, estableciendo ahí a un “temaxtiani”, que significa maestro, para que enseñara la doctrina.

   Al paso de los años desapareció el nombre de Acatlan, quedando sólo el de Temaxtiani, que era el mismo doctrinero. Después fue llamado Temastián del Espíritu Santo y finalmente Temastián a secas.

Señor del Rayo, porque le cayó un rayo sin dañarlo

La primera cruz del Señor del Rayo. De P. Colotlan Gob en F

Esta es la primera cruz del Señor del Rayo, que partió por mitad una centella, quedando ilesa la imagen del Cristo.

   Acerca del nombre dado al Cristo, cabe decir que en un principio y durante siglos se le llamó “Señor del Rayo”, porque según la tradición, estando los frailes predicando a los indios debajo de un mezquite, cayó sobre la imagen una centella, pero ésta no hizo daño alguno a la escultura, sólo a su cruz de madera, misma que aún se conserva en el Curato de Temastián con las huellas que dejó aquella descarga.

   A principios del siglo XVII, es decir, pocos años después de su traslado a Temastián, el Señor del Rayo contaba ya con una capillita, quizás de zacate o carrizo. Más tarde se construiría una capilla más sólida, incluso con cúpula, que habría sido destruida por una granizada a fines del siglo XIX, según informe del jefe político de Colotlán.

   El caso es que en 1922, cuando el padre Julián Hernández Cueva emprendió la construcción del nuevo santuario, había en el mismo sitio que ocupa hoy el majestuoso templo una capilla con torre, y en el atrio el cementerio, como se usaba entonces.

   Es posible –dice el padre Nicolás Valdés- que entre los documentos guardados por los indios en la casa anexa a la capilla, alguno consignara la procedencia de la santa imagen, lo mismo que el tiempo de la adquisición, pero esos papeles fueron quemados por el primer capellán, presbítero Miguel García Morfín, a fines de 1921 o principios de 1922, al sufrir un transtorno mental.

Los lugareños se encariñaron pronto del Señor del Rayo

Peregrinos de Tepic. De P. Temastian Jalisco Mexico en F

Peregrinos de Tepic, Nay., hacen su entrada al Santuario.

   En cuanto a la devoción al Señor del Rayo, preciso es señalar que los indígenas se encariñaron pronto de él, por considerar que los protegía de los rayos, frecuentísimos en la región. De ahí que le empezaran a llamar Señor de los Rayos, en vez de del Rayo. Sus más antiguas alabanzas, con todo el sabor indígena, así lo llaman ya.

   Hacia 1740 –asegura el padre Valdés–, era importante en la región el culto al Señor del Rayo. En el siglo XIX y hasta el arribo del padre Julián Hernández, la imagen contaba con devotos desde la Sierra de Morones hasta Nayarit, en sentido oriente-poniente, y desde Monte Escobedo hasta El Teúl, en el Norte-Sur.

   Posteriormente, la devoción se extendió a distintas regiones del país e incluso al extranjero, pues al fundarse la Pía Unión del Señor de los Rayos, el 29 de agosto de 1925, llegó a tener fieles devotos en Estados Unidos, España y América del Sur, hasta la Argentina, entre ellos 36 obispos y más de 100 sacerdotes.

Los ex-votos hablan hasta de milagros de resurrección

Retablo de arrieros del Sr. de los Raryos.

Un viejo retablo del Señor de los Rayos.

   Hoy día, la devoción al Señor de los Rayos se manifiesta claramente no sólo por las decenas de miles de peregrinos que llegan de muchas partes en las primeras semanas de enero y en general durante todo el año, especialmente los fines de semana, sino también por el sinnúmero de ex-votos o retablos que se exhiben en un salón especial del atrio de la iglesia. Todos ellos dan cuenta de infinidad de milagros atribuidos a la sagrada imagen, desde el remedio a males o problemas más o menos graves hasta testimonios de resurrecciones.

   A la fecha existen santuarios con réplicas del Señor de los Rayos de Temastián en Fresnillo, Zac., en la capital de Aguascalientes y en la parroquia de Rancho Nuevo, en Guadalajara, Jal.

   Artículo relacionado: La pastorela de Temastián: el diablo invadiendo tierras.


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