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Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

Publicado el 06 febrero 2011 por Matilido
Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.«Mi querido Markusovsky, mi buen amigo, mi suave apoyo. Debo confesarle que mi vida que infernal, que desde siempre la idea de la muerte de mis enfermos me resultó insoportable, sobre todo cuando esa muerte se desliza entre las dos grandes alegrías de la existencia, la de ser joven y la de dar la vida»Carta de Semmelweiss
Esta es una historia que habla del espíritu humano. Trata de la vanidad, la mezquindad y la ceguera que puede reinar en la intelectualidad de una epoca. También de trabajo incansable, entereza y constancia, de una mente brillante con enorme honestidad intelectual y dignidad científica,  y de un espíritu perturbado por lo injusto de su rechazo. La historia de Semmelweiss habla por si sola, no quiero enturbiarla con mis poco claras reflexiones.
Ignaz Fülop Semmelweis nace el 18 de julio de 1818 en Hungria, en aquel entonces parte del imperio austro-húngaro cuya capital era Viena. Habiendo cursado estudios universitarios en su pais en 1837 viaja a Viena para estudiar derecho, pero tras contemplar una autopsia en el Allgemeines KrakenHaus, el Hospital General De Viena decide estudiar Medicina. Esa autopsia fue realizada por el eminente Carl von Rokitansky. En esta Universidad  fue alumno de profesores brillantes, Rokitansky, Skoda, von Hebra entre otros: la notable Segunda Escuela De Medicina De Viena.

Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

El Allegmeines KrakenHaus.

En 1844 se licencia en medicina y comienza a trabajar con Rokitansky (padre de la anatomia patológica) en el estudio de las infecciones post operatorias comunes en esta epoca en la que se desconocia la asepsia. Hay registros del pesar y la insatisfacción que le generaba la situación: "Todo lo que aquí se hace me parece muy inútil; los fallecimientos se suceden de la forma más simple. Se continúa operando, sin embargo, sin tratar de saber verdaderamente por qué tal enfermo sucumbe antes que otros en casos idénticos". 
En 1846 obtiene su post grado en obstetricia (tras no poder entrar a Medicina Interna, quizá por ser búlgaro) y comienza a trabajar en la Clinica Obstétrica del Dr. Klein como residente. Es ese entonces habia dos salas de obstetricia en el  Allgemeines KrakenHaus: la de Klein y la del Dr. Barcht. Las mujeres que iban a parar allí eran las más desposeídas que no tenían otro lugar para dar a luz. Ambas salas eran idénticas, reciben las pacientes dia por medio, ejecutan las mismas técnicas, sin embargo la la mortalidad en la clinica Klein era del 30%, en la otra solo un 1,5%: la fiebre puerperal hacia estragos. Las parturientas preferian dar a luz en la calle que en la clinica de Klein, esto deseperaba a Semmelweis: "No puedo dormir ya. El desesperante sonido de la campanilla que precede al sacerdote portador del viático, ha penetrado para siempre en la paz de mi alma. Todos los horrores, de los que diariamente soy impotente testigo, me hacen la vida imposible. No puedo permanecer en la situación actual, donde todo es oscuro, donde lo único categórico es el número de muertos".
A esto se le atribuian varios motivos desde la angustia al oir la campanilla del sacerdote hasta la vergüenza por la presencia de los estudiantes. Intentó igualar las condiciones de ambas salas con todo tipo de acciones sin embargo llegó a la conclusión de que de que la diferencia era la presencia de los estudiantes de medicina en una y de las comadronas en otras. A diferencias de los primeros, estas no venian directamente de la sala de autopsias. En ese entonces, 1847, su amigo el profesor Jakob Kolletschka fallece tras haber sido herido accidentalmente con un bisturí en una autopsia. Semmelweiss pidió la autopsia viendo con asombro que la “pyemia de patólogo” tenia las mismas características que la fiebre puerperal, y entonces lo vio todo con claridad Su sepsia y la fiebre puerperal deben tener el mismo origen... los dedos y manos de los estudiantes y doctores, sucios por las disecciones recientes, portan los venenos mortales de los cadáveres a los órganos genitales de las mujeres en parto.  Asi reconoce en el medico al causante de la enfermedad del paciente. Se siente tan conmovido que se encuentra entonces cercano a la locura, piensa incluso suicidarse. El cargo de conciencia es extremadamente pesado, creyéndose responsable de tantas muertes. Este cargo lo acompañaría por el resto de su vida. Pasado algunos años escribe: … sólo Dios sabe el número de mujeres que por mi causa han bajado a la tumba prematuramente...”.
Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.
Su idea, influida por la teoría humoral, era que había que desodorizar la materia que traian en las manos. Para ello colocó sin permiso de su supervisor un lavamanos y obliga a todos a limpiarse antes de entrar con agua jabonosa primero, y luego con una solución de cloruro cálcico (precusor del hipoclorito de sodio), por esto Klein lo despide, pero a influencias de Skoda se le da un cargo en la clínica de Barcht. Decide llevar los estudiantes a su nueva sala y la mortalidad sube. Instala los lavamanos de uso oligatorio y la tasa de muerte bajó de un 18% a menos de 1,34%  Luego logra reducir más aun sus cifras tras percatarse que al examinar una paciente con cancer uterino y luego a otras que estaban por dar a luz, la enfermedad las afectó a estas: las materias también se pasan de los vivos a los vivos, las manos del médico son su vector. Aplicó medidas más rigurosas y la mortalidad cayó al 0,3%. No solo son cifras frias, cambió un hecho cotidiano y tragico por algo que ocurria excepcionalmente: habias meses en que no se registraban decesos«Las manos por su simple contacto pueden ser infectantes» 

Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

Lavamanos utilizado por Semmelweiss.


Si bien aplicó de forma excepcional el método científico, haciedno tablas y comparando cifras, su error fue no publicar sus resultados, aunque quizá esto tampoco hubiera sido la diferencia. La claridad de su idea lo llevó a dictar una doctrina y no una teoria, pues veia con razón que sus resultados eran concluyentes. Los cirujanos y médicos de Europa quizá por envidia o vanidad denostan sus descubrimientos. Solo cinco profesores muestran su apoyo público (si se me permite cinco de los grandes nombres de la medicina):  Skoda, Rokitansky, Hébra, Heller y Helm. Sin embargo al simpatizar por la revuelta hungara es despedido finalmente por Klein.En palabras del profesor Hebra: "Cuando se haga la Historia de los errores humanos se encontrarán difícilmente ejemplos de esta clase y provocará asombro que hombres tan competentes, tan especializados, pudiesen, en su propia ciencia, ser tan ciegos, tan estúpidos"Se traslada de nuevo a su ciudad natal, en plena revolución húngara, y su amigo Markusovsky lo encuentra meses después viviendo en la miseria, con un brazo y una pierna fracturados, y hambriento. Gracias a él es aceptado en la Maternidad de San Roque de Budapest, y pasará los próximos años escribiendo en secreto su principal y tardía obra: De la etiología, el concepto y la profilaxis de la fiebre puerperal.
Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.
En 1854, tras la muerte de profesor Birly, es nombrado profesor de la Maternidad del clínico de la Universidad de Pest, y a partir de ese momento prácticamente desaparece la mortalidad por sepsis puerperal. Sigeuen sin hacerle caso. El ambiente hostil le empuja a escribir una carta abierta a todos los profesores de obstetricia:
"Me habría gustado mucho que mi descubrimiento fuese de orden físico, porque se explique la luz como se explique no por eso deja de alumbrar, en nada depende de los físicos. Mi descubrimiento, ¡ay!, depende de los tocólogos. Y conesto ya está todo dicho... ¡Asesinos! Llamo yo a todos los que se oponen a las normas que he prescrito para evitar la fiebre puerperal. Contra ellos, me levanto como resuelto adversario, tal como debe uno alzarse contra los partidarios de un crimen! Para mí, no hay otra forma de tratarles que como asesinos. ¡Y todos los que tengan el corazón en su sitio pensarán como yo! No es necesario cerrar las salas de maternidad para que cesen los desastres que deploramos, sino que conviene echar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan como auténticas epidemias..."
Este gesto empeora su situación pública y comienza un período de declive intelectual, en el que llega a pegar pasquines por las paredes de su ciudad en los que advierte a los padres de las mujeres embarazadas del riesgo que corren si acuden a los médicos.  Sufre alucinaciones, busca tesoros escondidos en las paredes de su casa y finalmente su amigo el profesor Hebra lo interna en un asilo. Algunos autores han sugerido la posibilidad de que Semmelweis hubiera padecido durante estos años algún tipo de demencia precoz, o Alzheimer.
En abril de 1865, tras presentar síntomas de mejoría, es dado de alta. Aprovecha su libertad para aparecer en medio de la sala de disección de la Facultad. Ante los ojos espantados de los alumnos, coge un escalpelo y desgarra los tejidos del cadáver. Escarba con los dedos. Nadie se atreve a detenerle. Con un brusco gesto se corta deliberadamente. Sangra, grita, amenaza. Logran desarmarle. Acaba de infectarse mortalmente. Su agonía durará aun tres semanas, recorriendo todas las fases que él tan bien conocía en sus parturientas: lingangitis, peritonitis, pleuresía,… meningitis. Skoda acude a Budapest, pero tras tres semanas de fiebre y los mismos síntomas que los de las mujeres que tantas veces vio morir, él mismo fallece a los 47 años en brazos de su profesor.

Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

Hospital Semmelweis, en Miskolc, Hungría.

El Hospicio General de Viena es actualmente un edificio rosa con verja negra; en su interior puede verse la estatua de un hombre sobre un pedestal que representa al profesor Semmelweis. Bajo la efigie se ha colocado una placa con la inscripción: "El salvador de las madres".

Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

En su propia casa de Budapest se situa  el Semmelweis Medical Museum. 

La sepsis  ocasiona en el mundo 1.400 muertes cada día, muchos de estos pacientes adquieren la infección estando hospitalizados y constituye la complicación intra-hospitalaria más frecuente. La infección nosocomial de pacientes por las manos contaminadas del personal de salud es una de la formas de diseminación de los agentes infecciosos. En la actualidad, la higiene de las manos es el factor individual más importante para el control de las infecciones. Aún en nuestros días, el lavado de manos es realizado sólo un tercio a la mitad de lo frecuente que debería ser hecho. La epopeya de Semmelweis es uno de los tantos inicios de una misma causa: años después Pasteur irrumpiría a una conferencia sobre la fiebre puerperal y al dibujar una cadena de Streptococos daria la respuesta a la causa de dicho mal. Pero eso es otra historia.
Disculpen la extensión pero traté de acortarlo lo más que pude.
Ignaz Fülop Semmelweis: el defensor de las madres.

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