Revista Cine

Jordi Évole, más Guy Fawkes que Orson Welles

Publicado el 24 febrero 2014 por Lapalomitamecanica
El presentador enciende la mecha en el corazón de la historia democrática de nuestro país
Jordi Évole, más Guy Fawkes que Orson Welles
Orson Welles inventó el falso documental y Thomas Edison la cámara. Después de esos dos datos tan cruciales me gustaría recomendar C.S.A.: The Confederate States of America, una película de 2004 que, en su relato de una Norteamérica gobernada por el bando confederado tras la Guerra de Secesión, se asemeja bastante más a lo que emitió ayer La Sexta que a la anecdótica La Guerra de los Mundos radiofónica; pero mientras que aquella cinta gozó de una aceptación generalmente positiva en su país de origen, Operación Palace ha polarizado a la audiencia española, divdiéndla en los que alaban el coraje del catalán y los que califican al ejercicio como una payasada, aún tan sólo rozando un par de ejemplos de cada uno de los dos extremos. Personalmente, he pasado una mañana entre divertida y decepcionante, leyendo los comentarios tanto de amigos como de desconocidos que sigo y admiro (o no), al comprobar dicha polarización entre grandilocuentes comparaciones y descalificativos igualmente facilones, mientras no dejaba de preguntarme si un tema que toca tan directamente en los fantasmas de una sociedad que aún no ve la luz al final del túnel, capaz de colar un cartucho de dinamita por la hendidura de sus heridas aún abiertas, merecía una palmada en la espalda, una colleja o una simple sonrisa. 
De entrada, resulta bastante obvio que la repercusión mediática de la pieza, sobre la que todo el mundo, sospechoso de adoctrinamiento o no, parece tener una opinión airada, es un reflejo de que la elección de su tema no es casual. 33 años después de aquel angustioso 23 de febrero que, a diferencia de este redactor, sí sufrieron en sus respectivas medidas la mayoría de los ciudadanos que viven actualmente en este país, los ecos del golpe de estado fallido de Tejero, sobre las sombras que aún alberga uno de los puntos más oscuros de nuestra escueta historia democrática, aún son capaces de levantar ampollas en la forma de superproducción televisiva. También con un realizador como Garci vigilando el aspecto más artístico y varios de sus protagonistas originales codeándose con actores en falsas entrevistas conducidas por Évole. Y toda esa planificación, la cantidad de luces verdes que ha tenido que pasar un proyecto para terminar conquistando a 5,2 millones de espectadores, no es moco de pavo.
Jordi Évole, más Guy Fawkes que Orson WellesComo si Risto Mejide se hubiese visto obligado a competir con una criatura de la que poder estar orgulloso en la noche en la que estrenaba su buen programa de entrevistas conversaciones, Viajando con Chester, Operación Palace, una vez revelado como la gran farsa que es, se traduce en su concepción más sencilla como la nueva aventura de un hombre que siempre se ha caracterizado por los saltos imposibles, hasta ahora cayendo siempre de pie, y también como una bienvenida herramienta social. Quizás no para correr las cortinas aún cubiertas sobre la antesala de aquel día, como han defendido las promos de la cadena y los reportajes de sus programas hermanos, sino para que recordemos que no podemos dar nada por hecho, incluso cuando provenga de una fuente que se había ganado en un relato clásico de autosuperación la aprobación incluso de los que tan sólo fingen verlo. 
También, tan sólo por atreverse con una forma innovadora de subversión en nuestra televisión, en un momento en el que necesitamos desesperadamente nuevas armas con las que volcar en la configuración democrática las auténticas necesidades, malestares y orgullos de nuestra sociedad, Jordi Évole se merece un aplauso. Quién, si no él, como rostro visible de uno de los espacios televisivos de más éxito y mejor valorados de los últimos años, estaba legitimado para semejante experimento. De la misma forma que él, endeudado con la promesa del rigor y la profesionalidad, se merece la reprimenda de sus fieles y de prácticamente cualquiera que se sienta ofendido legítimamente con la propuesta. O quizás, el huracán se deba a que tendemos a martirizar a los que son capaces de ser valientes hasta la estupidez para continuar siendo fieles a sí mismos. Personalmente, prefiero vivir en un país que es capaz de reirse fríamente de un inesperado ejercicio de ficción, obra del cómico y divulgador que se dio a conocer igual de dignamente como "El Follonero". 

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