Revista África

La visita de Ban Ki Moon a Goma levanta expectativas por la paz en el Este del Congo

Por En Clave De África

(JCR)
Ban Ki Moon, que hoy (23 de mayo) está en Goma, merece un reconocimiento por lo menos por tres razones: la primera, por no haber cancelado su visita a esta castigada ciudad a pesar de los intensos combates que tienen lugar a pocos kilómetros al norte desde el lunes pasado entre los rebeldes del M23 y el ejército congoleño. También .hizo bien en anunciar desde el primer momento en que pisó ayer Kinshasa que “la situación actual pone de relieve la necesidad de apresurarse con el despliegue de la nueva brigada de la ONU”, que tendrá un carácter más ofensivo para neutralizar a los grupos rebeldes que hacen la vida imposible a la población del Este del Congo desde hace casi dos décadas. Me gustó también tuviera el detalle de poner el pie en el hospital Heal África, símbolo del apoyo a las muchas mujeres víctimas de las violencias sexuales utilizadas como repugnante arma de guerra en esta zona de África.

Para rematar su buen obrar sería conveniente que en su próxima etapa, en Kigali, diera un toque de atención al presidente ruandés Paul Kagame y le recordara el compromiso que adquirió el pasado 24 de febrero durante la pasada reunión de Addis Abeba cuando once países africanos se comprometieron a dejar de azuzar el fuego del conflicto y no apoyar a los milicianos de distinta calaña que violan, reclutan niños, roban y matan como quieren. Ruanda lleva agitando las aguas del tsumani del Este del Congo desde 1996 y, a pesar de las presiones internacionales de finales del año pasado, sigue apoyando al M23 descaradamente mientras Kagame lo niega furiosamente en público, utilizando débiles argumentos como “los problemas del Congo empezaron muchos años antes de que yo naciera”.

Y es que cada vez está más claro que la última ofensiva del M23 estuvo precedida de varias semanas de minuciosa preparación, bien coordinados con sus padrinos ruandeses. Numerosas personas de los pueblos próximos a Rumangabo, a pocos kilómetros al norte de Goma, relatan cómo durante las últimas semanas los milicianos del M23 les forzaron a trabajar en la reparación de una carretera que va desde esta localidad hasta la frontera con Ruanda, una zona mucho más discreta y deshabitada que la carretera que va a Gasisi, que fue la utilizada el año pasado, en noviembre, cuando el M23 ocupó Goma en una ofensiva apoyada por al menos 2.000 soldados ruandeses. En esta ocasión el apoyo de Ruanda ha sido menor, tal vez de unos cuantas decenas de asesores militares y al menos tres carros de combate. El ejército congoleño asegura haber capturado varias cajas de municiones de mortero procedentes de Ruanda.

Para suplir su debilidad interna, el M23, que durante los últimos meses ha estado enzarzado en luchas internas y ha sufrido por lo menos 500 deserciones, ha recurrido al reclutamiento forzoso de niños y adolescentes en las zonas que controla y ha intentado sembrar el pánico lanzando obuses a dos zonas de la periferia de Goma. Ayer, miércoles 22 de mayo, sus bombas alcanzaron el campo de refugiados de Mugunga, habitado por 45.000 personas, y el barrio de Ndosho. Murieron tres personas, entre ellas un niño de once años, y resultaron heridas otras trece. Al menos 30.000 refugiados de Mugunga huyeron despavoridos, unos hacia Sake y otros a Goma. Espero que un día sus líderes –y sus padrinos de Ruanda- sean juzgados por la Corte Penal Internacional por estos y otros crímenes de guerra. Mientras atacan a la población civil, su portavoz tiene la caradura de decir que han declarado una tregua para facilitar la visita del secretario general de la ONU y mostrar su buena voluntad.

Una de las cosas que me ha sorprendido más de estos últimos enfrentamientos militares ha sido lo mucho que ha mejorado el ejército congoleño en su capacidad de defender a la población. La brigada que interviene en Goma fue entrenada el año pasado en Dungu por asesores militares norteamericanos para combatir a la guerrilla ugandesa del LRA en el Noreste del país. El presidente Kabila sabe que son los efectivos mejor preparados y les ha trasladado al Kivu Norte para no hacer el ridículo del año pasado, cuando los militares congoleños huyeron en desbandada ante el avance del M23 en noviembre y dejaron caer la ciudad de Goma. Ayer miércoles hicieron retroceder a los rebeldes hacia el Este del volcán Nyaragongo, impidiendo su intento de cortar la carretera que va hacia Sake (al Oeste), lo que habría supuesto la asfixia total de la ciudad.

Hoy he podido circular por bastantes lugares de la ciudad de Goma y hacer mi trabajo de seguimiento de la construcción del centro profesional para discapacitados. La gente parecía más tranquila que ayer y todos se mostraban satisfechos de la visita de Ban Ki Moon. Pero mañana todo puede volver a torcerse de nuevo si el M23 decide volver a disparar. Cuando amanezca lo sabremos.


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