Revista Sexo

La vorágine sexual del polaco y emi abbott

Por Rocastrillo @roabremeloya

...Doblegaba su cuerpo con maestría para recibir el órgano inmenso de su amado...

    Emi Abbott tenía que ir al aeropuerto a recibir a su amante El Polaco. Hacía tres meses que no se habían visto FOGOSA DESPEDIDA y ella, encerrada en su amplio despacho de trabajo, intentaba concentrarse sin éxito en sus múltiples ocupaciones como directora de una afamada revista femenina. El trabajo se le acumulaba y, en lugar de realizarlo, pensaba en una estrategia para llegar a tiempo a recoger a su amado. Era consciente de que, una vez que lo viera, no podría separarse de él, así que la posibilidad de acometer lo más urgente, ir a buscarlo y volver luego para terminar lo restante quedaba descartada. Lo mejor era acabarlo todo y empezar a disfrutar de una merecida semana de vacaciones, pero esta solución presentaba el inconveniente de que llegaría más tarde que el avión de El Polaco. No obstante, optó por ella y se puso manos a la obra. Ordenó a su asistente que no le pasara llamadas ni visitas y se enfrentó de lleno a la ingente tarea que debía resolver antes de irse.

      

    Emi tuvo la mala suerte de que el avión que traía a El Polaco de Varsovia aterrizara a la hora en punto. Al no verla, el hombre se fue a la cafetería con la intención de esperarla allí. Pasó la primera hora sin inmutarse, pero al término de la segunda empezó a ponerse nervioso y a telefonearla sin obtener respuesta. Emi le devolvió la llamada tres horas más tarde. Lo hizo durante el trayecto del taxi que la llevaba al aeropuerto y él, lejos de recriminarle la tardanza, le dijo que no se preocupara, que no tenía importancia y que la esperaba en la cafetería. Había asumido que en la vida de su amada lo primero eran sus hijas; lo segundo, su trabajo, y él quedaba relegado al tercer lugar.

    Esa certeza tampoco le preocupaba mucho. Estaba seguro de ser el hombre que más feliz la había hecho en su vida. Ella se lo había repetido muchas veces y la creía, pese a la negativa de Emi a que vivieran juntos. Cuando cobrara la herencia ELLAS Y SUS HOMBRES, hecho que aún no se había producido, podría visitarla con más frecuencia y, en caso de necesidad, recurriría a clubes de alto standing para calmar su ímpetu. No quería tener relaciones sexuales con mujeres que no fueran profesionales. Era su manera de evitar el riesgo de enamorarse porque su único amor era Emi, la mujer más importante de sus 61 años de vida. Incluso más que su madre o que la tía que lo habría de convertir en millonario, pensaba al tiempo que la veía aparecer, apresurada y con las mejillas enrojecidas por el calor y la emoción.

    Corrió a abrazarla y ese abrazo duró tres días. Tres jornadas en las que, cual siameses, estuvieron pegados. Agua y amor. Agua que calmaba la sed de la pasión. Amor que necesitaba agua para reponer fuerzas y seguir amando. Amor y agua. Agua que brotaba de cuerpos inundados de amor... Tres días intensos en los que El Polacoestuvo dentro de Emi Abbott. Taladrando su interior con su pene tamaño vaso de cubata y sintiéndola vibrar en cada una de sus embestidas. ¿EL TAMAÑO IMPORTA? Ensayando la postura que permitiera una penetración más profunda que los llevara a gozar en una simbiosis perfecta. Introduciendo su sexo descomunal en una boca que se dilataba como chicle para recibirlo hasta alcanzar la garganta; y atravesando delicados músculos que se esforzaban en dejarle paso porque ansiaban albergarlo plenamente...

    Atrás quedaron los tiempos en que El Polaco era un maestro que adiestraba a Emi Abbott en el arte de amar. Ella había conseguido el estado de las auténticas geishas,UNA AUTÉNTICA GEISHA  capaces de recibir placer al tiempo que lo otorgan. Dominaba a su cuerpo con maestría para recibir el órgano inmenso de su amado y cuando lo tenía dentro de su garganta o de su vagina vislumbraba en su mente lo que ambos estaban sintiendo: que su unión duraría por toda la eternidad. Aunque casi tres mil kilómetros separaran sus vidas, la valía del tiempo que disfrutaban juntos compensaba la distancia que se interponía entre ellos. 

     Después de tres días sin dar tregua al amor, dedicaron el cuarto a comer, dormir y viajar, en el automóvil de Emi, hasta una cabaña rural a 200 kilómetros de Madrid, en la orilla de un manantial de aguas cristalinas. Allí pasaron los cuatro días restantes que ella tenía de vacaciones... De sus aventuras en aquel rincón aislado os hablaré en la próxima entrega de este blog.

                                                                                           RoCastrillo


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