Revista Historia

Palabras para Rosario Acuña

Por Ricardofernandez
Palabras para Rosario Acuña
De la página web de la Logia Rosario Acuña extraigo el contenido de la intervención pública del pasado sábado, 7 de mayo de 2011.

Buena y feliz lectura.

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Hoy he tenido un sueño. He soñado con un mundo lleno de escuelas donde los ciudadanos fuesen formados como librepensadores, evitando los dogmas que impiden el desarrollo de la mente y del espíritu.

He soñado con un mundo donde cualquier ciudadano tenga acceso a la educación y a la formación, independientemente de su riqueza y de su posición social.

He soñado con un mundo donde todos los hombres sean iguales en derechos y en deberes, sin tener en cuenta su raza, credo o ideología.

He soñado con un mundo donde cualquier persona pueda expresar sus ideas y luchar por ellas, sin ser perseguido y aniquilado.

He soñado con un mundo donde las mujeres sean iguales realmente y efectivamente a los hombres. Tanto en derechos sociales como en acceso al mundo laboral obteniendo el mismo salario que cualquier hombre para el mismo trabajo.

He soñado con un mundo donde las creencias religiosas se queden en el ámbito privado de cada ciudadano, y que dichas creencias no sean impuestas a toda la sociedad civil. Un mundo donde iglesia y estado estén separados.

Este mundo ya ha sido soñado antes, es el sueño que tuvo también Rosario de Acuña.

Rosario de Acuña fue una librepensadora. Ella decía “Mi pensamiento no encontraba límites”.

En sus discursos, en sus obras de teatro, en sus poesías siempre intento romper barreras, romper los límites que la sociedad del siglo XIX y principios del XX imponía.

Fue una agitadora, agitaba intelectos, agitaba corazones para lograr que todo el mundo se quitase las ataduras de los dogmas imperantes y avanzase en el desarrollo de un espíritu crítico que diese lugar a un nuevo mundo, a una nueva sociedad.

Fue una inconformista, no se conformaba en absoluto con el papel que como mujer la sociedad le imponía en esos tiempos. Se caso y se separo, demostrando con su propio ejemplo que la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, y que las mujeres son independientes y autónomas.

Entró en Masonería en 1886 en la logia Constante Alona de Alicante, utilizando un nombre simbólico que ya indicaba cual iba a ser la brujula que iba a guiar su camino vital. El nombre que escogio fue el de Hipatia. Otra mujer que en el siglo IV en Alejandría rompió moldes, barreras y prejuicios.

Rosario de Acuña fue una mujer valiente, se alejo intensamente de discursos tranquilizadores y amables, y profundizo en discursos que pretendian mover la sociedad y a los ciudadanos, hacerlos protagonistas de sus propias vidas. Hacer que entendiesen que ellos son los responsables de los que les ocurre y no simplemente victimas pasivas que discurren por la vida. Así en su obra “El padre Juan” agitó a la sociedad asturiana criticando el inmovilismo, la superstición y el miedo irracional al progreso que en ese momento invadía la sociedad asturiana.

Un pasaje de esa obra que refleja muy bien esta linea de pensamiento es aquel que dice…”Asturias, ¡la sin par Asturias! Donde el alma se embriaga de suavidades y la imaginación se impregna de ideales, aletargada en una quietud de momia, dejándose arrastrar por el progreso en vez de iniciar el avance con sus indomables energías godas y sus austeras virtudes patriarcales.”

Este es el mundo con el que soño Rosario de Acuña, pero no sólo soño sino que trabajo incansablemente para lograr transformar a esa sociedad retrograda.

El mundo ha avanzado notablemente, pero hay muchas de las cosas por las que luchó Rosario de Acuña que todavía siguen siendo una ilusión y un sueño para muchos. Ella no pudo ver muchas de las conquistas que se han logrado en el mundo gracias a la lucha de ella y de mujeres como ella.

Pero quizás ese es el legado más importante que nos dejó, su capacidad de lucha, su inagotable aliento para perseguirla utopía; aún siendo consciente que la utopía nunca se alcanza.

Como dice Eduardo Galeano, la utopía sirve para seguir caminando, para seguir avanzando, para seguir luchando por mejorar el mundo.

Hoy nos encontramos aquí para compartir la ilusión, el sueño y el camino que Rosario de Acuña sintió, vivió y recorrió.

Gracias a todos y a todas por compartir, soñar y caminar juntos.

Et si omnes, ego non.

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