Revista Educación

Por un beso

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Por un beso

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, había de recordar aquella noche de agosto en que la selección española ganaba la Copa Mundial de Fútbol 2023. El beso robado a Jennifer Hermoso, más popular que la hazaña deportiva que ella y sus compañeras acababan de protagonizar, le ha deparado el mismo destino que a Aureliano Buendía en Cien Años de Soledad: Estirpes como la suya no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.

Miles de reacciones de condena, algunas sorprendentes, muchas oportunistas. Cuántos picos habremos visto y hasta protagonizado en similares circunstancias de alegría. Yo recuerdo uno mítico entre dos jugadores de la Selección de Waterpolo tras la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, que en su momento causó verdadera sensación. ¡Dos tíos como dos castillos besándose! Treinta años después, ¿cuántos se dan hombres y mujeres en televisión? Alguien más inteligente y sensible, viendo el malestar, se habría disculpado sinceramente. Pero él no es de esa estirpe. Hasta se carcajeó del hecho y llamó "tontos del culo" a los ofendidos. Cuando llegó el tardío video de disculpas obligadas e insinceras ya el pelotón de fusilamiento esperaba.

Lo hortera y chabacano fue su actitud, plantar la mano en la cabeza a una mujer para besarla. La misma mano con la que unos minutos atrás se había agarrado sus presidenciales testículos para festejar el gol de la victoria, en el palco, en presencia de la Reina y la Infanta de España. Representándonos. Esas formas zafias explican que tantos miles de personas le esperen en la bajadita. El mismísimo Pedro Sánchez se sumó al pelotón. Cómo no iba a hacerlo, si poco más de un año atrás Rubiales logró salir indemne tras saberse que guardaba capturas de pantalla de conversaciones privadas por WhatsApp con él, así como supuestas grabaciones telefónicas a miembros de su Gobierno desde 2018. También en 2022 tuvo que reconocer los entresijos de la venta de la Supercopa de España a Arabia Saudí hasta 2029, con supuestos pagos a la propia Federación y a la empresa de Gerard Piqué. Conflicto de intereses fue lo más suave que se dijo. Anticorrupción está investigando el posible cobro de 40 millones en comisiones, pero no es lo único: Seis meses después fue denunciado por su propio tío por pagar una juerga en un chalé de lujo en la costa de Granada con tarjetas de crédito de la RFEF. Él dijo ser inocente y habló de una barbacoa de trabajo, pero devolvió el dinero. Ah, su tío era su jefe de gabinete.

Hablemos de lo deportivo. En 2018 despide al seleccionador nacional, Julen Lopetegui, por haber fichado con el Real Madrid... A 48 horas de debutar en el Mundial de Rusia. El saldo: España cayó en octavos. En despachos mantiene una guerra irresoluble con el sindicato de futbolistas ¡que él mismo había liderado! Igual que con el presidente de la Liga Nacional de Fútbol Profesional, Javier Tebas, quien ante la actual polémica se limitó a tuitear un misterioso "Llueve sobre mojado". Elocuente.

Sin haber hecho nada para merecerlo, un tipo así, carente de brillo como gestor, peleado con el mundo, se topa con esta generación de ganadoras natas que se trae la World Cup. ¿Suerte? La de él, que llegó a jactarse de dotar los primeros baños para mujeres en Arabia. En noviembre de 2020, como respuesta a una huelga en la liga femenina, rubricó un informe desaconsejando al Consejo Superior de Deportes su profesionalización. Cedió, pero supo cobrársela: En la final de la Supercopa las jugadoras de la Real Sociedad y del Barcelona recogieron sus medallas en una mesa junto al túnel de vestuarios. Nadie de la Federación fue a entregarlas.

Un beso robado le costará la carrera a Rubiales. La historia se encargará de condenarlo a cien años de soledad y olvido, como a todos los de su estirpe. Y elevará a nuestras campeonas del Mundo al lugar de honor y gloria que merecen.


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