Revista Educación

Punto

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Punto

Vacío.

Duele por lo repentino. Por lo negado. Dicen que es la aceptación o, más bien, su ausencia.

Las ausencias.

Su ausencia.

Duele por lo injusto. Por el borrado de lo cotidiano. Por el vértigo de una distancia que se nos impone.

Las ausencias.

Tu ausencia.

Dormías. Yo sé que dormías. Y escribo pensando en tu sonrisa. En las lecciones de vida que dabas. En tus manos los últimos días, delgadas, como las mías, hechas de la misma materia, que hoy ya está en proceso de volver al universo en forma de moléculas, átomos. Qué suerte ha tenido el universo.

Vacío.

Duele por el vaivén. Sonrío y me devasto, todo en uno. Por lo extraño que es el mundo que dejas. Porque ya no sé si nos dejaste tú o te dejamos nosotros, porque el tiempo y el espacio se mezclan y ya no sé cómo medir el dolor y el amor, todo en uno, que se ha quedado, como una niebla, entrando y saliendo de nuestros pulmones.

Tu ausencia.

La ausencia.

Duele en mayúsculas y en minúsculas. Como algo grande y como detalles tan pequeños y precisos que no tienen nombre, solo aire. Y qué vamos a hacer ahora sin ti. Ahí, dormida. Tan cerca y ya tan lejos.

Qué vamos a hacer, niña.

"No hay espacio más ancho que el dolor,

no hay universo como aquel que sangra".

("Punto", de Pablo Neruda).

Punto


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