Revista Libros

Qué bello es vivir o el día más triste del año

Por Clochard
Qué bello es vivir o el día más triste del año Sabes
el día después de Navidad
siempre se me antoja el más triste del mundo.
El conato de buenos sentimientos agoniza
entre botellas vacías envoltorios chillones desocupados.
Y sabes, siempre emitían esa película
y yo jamás me la perdía, fiel a mi ritual decadente
como un bucle ralentizado en trescientos sesenta y poco días.
En 380º grados centígrados de espiral sado.
Convencido de que sería cierto;
como muy tarde a las doce de la noche se obraría algún milagro
porque, joder, lo decían los putos Stewart y Capra
y si ellos también mentían a qué diablos podríamos aferrarnos.
Y porque yo había sido bueno, suficientemente bueno.
Pero ni entonces ni ahora
la supuesta magia soluciona a última hora los problemas;
bajo el árbol
jamás aparece un maletín con dinero recaudado por los vecinos
una cicatriz cerrándose con ánimo de mercurio
ella envolviendo la ofrenda de su piel de nieve en lazos dorados.
Porque sí, aunque fingimos todo se reduce a lo mismo
básico
simple
primitivo.
La religión y la jodida fábrica de Coca Cola nos volvieron malos
por venganza o defensa propia.
Tal vez el hijo de puta de Hitler tan solo montó todo aquello
porque Eva Braun fue el único regalo que recibió en su vida.
Discúlpenme la metáfora misógina
y la tristeza del día después sin venir a cuenta bancaria.
Jódete, Dickens;
 yo soy mi fantasma de las Navidades pasadas,
 presentes y venideras.
Ahora que ya nadie confía en el cine clásico.
Ahora que a nadie le importa ni sabe quién coño son
James Stewart, Frank Capra, Adolf, Eva, ni este Mr. Scrooge
con infulas discapacitadas de poeta ceniciento.

Volver a la Portada de Logo Paperblog