Revista Coaching

¿qué podrían hacer las organizaciones para conseguir que sus personas cambiasen en lo competencial?

Por Juanmartinezsalinas76

Hace unas semanas, en un proyecto en el qu¿QUÉ PODRÍAN HACER LAS ORGANIZACIONES PARA CONSEGUIR QUE SUS PERSONAS CAMBIASEN EN LO COMPETENCIAL?e estoy participando, surgía el debate respecto a que muchas personas, tras recibir diversas acciones formativas sobre competencias concretas con distintas metodologías, no cambiaban sus hábitos y seguían con su misma rutina.

Para empezar, debemos tener claro que los milagros no existen, es decir, que si uno no hace las cosas de una forma distinta o no está concienciado de hacerlo, nada cambiará.

Debemos asumir que los cursos sobre competencias muy en relación con los hábitos, tipo gestión del tiempo, trabajo en equipo, iniciativa, comunicación, creatividad, etc. nos darán pautas y ejercicios con los que poder comenzar a cambiar y realizar las cosas de otra forma o comenzar un desarrollo satisfactorio de esas competencias. Lo que debemos tener claro es que tras un curso de 15, 30, 60 ó 90 horas, si no pretendemos tras la finalización del curso o taller comenzar poco a poco a poner en práctica lo aprendido para irlo consolidando, no tenemos nada que hacer.

Igualmente, por mucho que estemos hablando de competencias, los cambios deben partir de la persona y debe tener asumido que realmente quiere hacer el esfuerzo de comenzar a realizar las cosas de otra forma. Los hábitos y las rutinas en nuestra forma de proceder y comportarnos están muy consolidados y el reconducirlos conlleva esfuerzo y perseverancia.

Los cursos no pueden cambiarnos de un día a otro con un chasquido de dedos, es decir, estos talleres competenciales son un medio impulsador para que cada uno de nosotros alcance el fin que no es otro que aplicar esas acciones en nuestro día a día, hasta conseguir adquirirlo como algo normal en nuestras vidas.

Este tipo de formaciones se suelen dar en puestos de nivel medio y alto de las diversas compañías y los tienen de forma constante todos los años en sus planes formativos anuales sin que ninguna de las personas que los recibe cambie en nada. Además, estas personas piensan que estos cursos no son efectivos, no por ellos sino por las personas que los imparten. El problema principal es actitudinal y de asunción de que el motor esencial para conseguirlo somos cada uno de los que recibimos ese curso porque realmente queremos cambiar y estamos en esa formación porque queremos y no por que sea algo rutinario.

Imaginemos que alguna consultora de formación implantase, tras la acción formativa, un programa de asimilación, seguimiento y consolidación de ese hábito en cada uno de los asistentes para conseguir resultados. Yo tengo asumido que no valdría para nada si cada uno de los asistentes no estuviese dispuesto a invertir un tiempo para cambiar las cosas. Digo esto porque es mucho más fácil y rápido según el punto de vista subjetivo de cada uno de nosotros hacer lo mismo de siempre. Hacer las cosas de una forma diferente conlleva practicar y practicar, hasta alcanzar unos niveles adecuados de efectividad. Es decir, no podemos pretender, por ejemplo, que si estamos acostumbrados a mirar el correo cada 5 minutos, dejemos de hacerlo y pasemos a gestionarlo solo tres veces al día, sin reestructurarnos nuestros hábitos ni asumir que es necesario. Aun así, el primer día estaremos raros y caeremos en la tentación más de una vez. Asumámoslo, no pasa nada y deberemos pensar por qué ha ocurrido eso y cómo podemos reconducirlo en las próximas ocasiones. Lo que no podemos pretender es que la primera debilidad, nos haga arrojar la toalla porque ese es el camino más sencillo. Irá bien llevar un control e ir anotando los pequeños avances que vayamos consiguiendo poco a poco y sabiendo reconocernos a nosotros mismos los pequeños avances, por muy vagos que nos puedan parecer.

Seamos coherentes también, porque en las formaciones sobre competencias, es indiferente el tipo de metodología que se use para su impartición, es decir, da igual que sea eminentemente práctico y con ejercicios y situaciones que simulen nuestro día a día de cara a conseguir cambios y resultados inmediatos. Porque esto simplemente es un pequeña puesta en acción que sirve para ver los típicos errores que todos cometemos respecto a esa competencia, sin embargo, aun nuestro cuentakilómetros real está a cero respecto a donde nos gustaría estar.

Primero debemos asumir que tenemos un problema en lo que al desarrollo de esa competencia se refiere y, en segundo lugar, debemos querer por encima de todo cambiar, independientemente de las dificultades que conlleve. Nada conseguimos con que vuestra organización quiera que cambies porque si vosotros no lo queréis, nada cambiará a excepción de esa “simulación de aparentar leves cambios” para mantener contentos a los que os puede convenir.

De una vez por todas, debemos dejar de decir que tenemos que cambiar y ponernos ya manos a la obra a la acción para conseguirlo. Los miedos al cambio no son más que conductas acomodadas en las personas porque eso es más práctico que asumir la realidad y enfrentarnos a ella. No podemos excusarnos en que la gran mayoría no se comporta de esa forma porque, asumámoslo, lo hace la mayoría no tiene porque ser lo adecuado o más correcto. Debemos comenzar a pensar qué es lo que más nos conviene a cada uno de nosotros viendo cómo somos y comparando con aquello que queremos ser, para nuestro propio interés inicial aunque, después, secundariamente, pueda repercutir beneficiosamente en otras facetas distintas, como puede ser, tu trabajo.

Para finalizar os dejo unas cuantas preguntas para que podáis reflexionar sobre este tema:

¿Quién es el principal protagonista de los cambios que nos afectan?

¿Por qué es más fácil mirar hacia otro lado que asumir nuestra propia responsabilidad?

¿Qué podrían hacer las organizaciones para conseguir que sus personas cambiasen en lo competencial?

Si es tan fácil decir lo que debemos cambiar, ¿porque no lo hacemos?


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