Revista Cine

Retrospectivas de La Palomita: Danny Boyle

Publicado el 04 febrero 2011 por Lapalomitamecanica
Peppermint Boyle
Retrospectivas de La Palomita: Danny Boyle
Este fin de semana se estrena en los cines de nuestro país la esperada película 127 Horas, el octavo largometraje de un director que con poca cosa es capaz de montárselo mejor que Mcgyver con dos gomas y un clip. Un cineasta versátil donde los haya al que no se le resiste ningún género y cuya aportación al séptimo arte es como un anuncio de dentífrico, otorga un aire fresco de imaginación que envuelve el panorama cinematográfico actual. Eso es Danny Boyle, el caramelo mentolado de Hoollywood.

Retrospectivas de La Palomita: Danny Boyle

127 horas

Si nos centramos en su sinopsis, 127 Horas no se antoja a primera vista como un plato suculento. Narra la historia real de un tío (James Franco) que, a lo Jesús Calleja, decide pasar el día praticando montañismo en el Gran Cañón, con tan mala suerte que un pedrusco más grande que el que tiene  Pajares en la cabeza, se desprende y le deja atrapado durante más de cinco días. Dicho así, da algo de pereza tragarte un cinta de dos horas en las que ni el escenario ni el personaje varían. Imaginad, sería como si existiera un canal de Gran Hermano 24 horas... Mierda, existe. Pero amigos, Danny Boyle sabe lo que se hace, sus seis nominaciones en los Oscar de este año lo avalan y su trayectoria aún más.

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Trainspotting

No hay duda de que una de las cintas más espectaculares y magníficas de Boyle (Manchester, 1956) es la de culto Trainspotting. Estrenada en 1996, la película es un reflejo impactante, crudo, traumático y con cierto toque surrealista de una problemática social cuya denuncia parece tabú. Un tabú que el cineasta se encarga de derribar en una obra visual con una estética y un guión brutales. Una pelicula de esas que nada más escuchar la voz en off inicial, uno se da cuenta de que está ante algo jodidamente grande, una obra maestra. Basada en una novela de Irvine Welsh, la película retrata la vida del drogodependiente Mark Renton (Ewan McGregor) y el entorno de adictos por el que se mueve, igual de penoso y marginal. Vamos, que a la fiesta podría sumarse Charlie Sheen y no desentonar. Ese compromiso que Boyle adquiere con los problemas que asolan a la sociedad subyace en todos sus films, con una crítica diluída, o no tanto, hacia los males humanos.
El éxito que obtuvo Trainspotting no sólo se debió a su grandísima calidad, que podría, sino que Boyle comenzó a adquirir prestigio a partir del que fue su primer largometraje para la gran pantalla, Tumba Abierta (1994). El cineasta ya había realizado trabajos para la televisión y con Tumba Abierta logra alzarse como un director revelación que auguraba una gran trayectoria, y vaya si lo ha sido. En su debut combina magistralmente el suspense y el humor negro en una historia muy entretenida en la que tres compañeros de piso hallan el cadáver de su nuevo inquilino, fallecido por una sobredosis. Con él, encuentran también una maleta llena de dinero y para apropiarse del botín deciden esconder el cadáver, lo cual implica desmembrar el cuerpo. A partir de ahí se desatará en el encargado de hacer esta última tarea (Ewan McGregor) una especie de culpabilidad que se transformará en locura y sembrará la inestabilidad y la desconfianza en el trío. Una película con la que el británico despega hacia el stand de la fama hoollywoodiense y cuyo trono llegó con Trainspotting.

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Slumdog Millionaire

Sin embargo, es necesario que pasen 8 años desde la de culto para que Boyle sea apadrinado por el calvito de oro. Gacias a su obra más galardonada e indie, Slumdog Millionaire (2008), que ganó nada más y nada menos que ocho Oscars, incluyendo el de Mejor Dirección y Mejor Película., el cineasta rellenó su estantería. La aplaudida cinta a lo musical de Bollywood posee una factura técnica y ambientación sublimes y contiene, además, un importante transfondo social que retrata la cara más dramática de Bombay. Boyle resuelve de una manera tremendamente ingeniosa  una trama biográfica que se inicia, prosigue y desemboca en el famoso concurso "¿Quién Quiere Ser Millonario?". Un programa televisivo que el director concibió con una visión cinematográfica del mismo, una perspectiva acertadísima que si hubiera sido tomada por  Álex de la Iglesia aquí en España, tendríamos a un Carlos Sobera haciendo de payaso tonto y torturando  con sillas eléctricas a los concursantes.

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28 Días Después

Resulta sorprendente la capacidad de Boyle para impregnarse de cualquier tipo de género y que, encima, le salga cojonudamente bien. Tan pronto te hace un musical como que se saca de la manga una película de ciencia-ficción, drama, comedia, suspense o terror. Es en este último donde podemos situar a su otra obra más taquillera, la estupenda 28 Días Después (2002), cuyo título suena al epígrafe temporal de un anuncio de compresas. El film nos sumerge en un contexto londinense en el que el virus del IRA se ha extendido entre los ciudadanos infectando a la gran mayoría y quedando sólo unos pocos supervivientes. En medio del caos, un hombre (Cillian Murphy) despierta en un hospital ajeno a todo lo sucedido. A partir de ahí, iniciará, junto a otros supervivientes con los que irá topándose, un camino en busca de un lugar seguro. De nuevo, el cineasta no sólo se conforma con relatar una historia apocalípica con humanos infectados, sino que refleja un trasfondo social en el que nos demuestra que el único peligro para el hombre, es el propio hombre. Calidad, por tanto, en el argumento y en una técnica de rodaje en la que Boyle siempre introduce algún recurso estilístico llamativo, como el plano sobre plano. Posteriormente, se rodaría 28 Semanas Después, de la que Boyle sería sólo productor ejectuvo.

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Sunshine

Al prometedor Cillian Murphy fue al que reclutó el cineasta posterioremente en Sunshine (2007), haciendo una incursión en el género de la ciencia ficción. La trama gira en torno a una visión futurista en la que la tierra está en grave peligro de extinción debido a que el Sol se está apagando. Para evitarlo, envían un transbordador al espacio para que alcance al Astro Rey con una bomba y cree un Big Bang ficticio que genere otra estrella. La tripulación encuentra la anterior nave espacial, enviada 8 años antes con la misma misión y de la que nada se sabía desde entonces. Tras explorarla, regresan a su nave con un precioso souvenir más quemado que el rollo cinematográfico de Los Simpsons de Antena 3.
Sunshine puede parecer un poco lenta en su inicio, pero una vez se da el encuentro con el otro transbordador, se torna tensa y desconcertante. Por no olvidar ese cuidado por la técnica en los planos y ese interés del director por perfilar secuencias curiosas que se debaten entre lo bello, lo inquietante y lo caótico. Quizá no es lo mejor de Boyle, que aquí se gasta un final algo confuso, pero es una película con una propuesta tremendamente interesante y una puesta en escena brutal, como su banda sonora, compuesta por John Murphy, que también crea la de 28 días después, y Underworld.

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Millones

Millones (2004) es una de las cintas que, sin ser mala, puede pasar más desapercibida en la trayectoria del director. Rodada entre 28 días después y Sunshine, el amigo Danny parece sentir nostalgia de la niñez y se casca esta obra más sentimentalista. Un drama con tintes cómicos en el que dos hermanos huérfanos de madre encuentran un maletín lleno de pasta y tratan de fundírsela antes de que entre en vigor el euro. Una aventura conmovedora  y de cierto surrealismo en la que el cineasta introduce la contraposición entre la razón y la fe. Una film digno con lígeros toques de originalidad, pero que no son suficientes para no catalogarla de típica. No resulta, desde luego, tan impactante como sus londinenses infectados.

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A Life Less Ordinary

Igual de humilde y discreto es el film anterior A Life Less Ordinary (1997), en el que repite con Ewan Mcgregor y ficha a Cameron Díaz para el rol femenino. En realidad, la trama no tiene demasiado fondo argumental, tipico chico al que despiden de su empleo y por venganza secuestra a la hija del jefe, de la que se enamorará y juntos decidirán atracar un banco. Normalita y entretenida, para una tarde de domingo y resaca, como Aliens love triangle (1999). Protagronizado por Kenneth Branagh,  se trata de un corto de ciencia ficción y comedia que iba a formar parte de un largometraje con dos más. Al final se canceló el proyecto y  los otros dos directores fueron por libre, creando Mimic (Guillermo del Toro, 1997) por un lado, e Imposter (Gary Fleder, 2001) por otro.
Sin embargo, la cinta más fallida de Boyle, aunque para algunos se trate de una auténtica joyita, posiblemente sea La Playa (2000). No porque la idea fuera mala, todo lo contrario, la historia es jodidamente buena, pero está mal desarrollada, configurándose al final como una obra con demasiados momentos pausados y aburridos. De haberse estructurado el metraje de otra manera, hubiera resultado un trabajo muchísimo más interesante y digno de elogio. Lástima que el resultado fuera el que es.

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La Playa

Leonardo DiCaprio interpreta en La Playa a un americano mochilero que llega a Tailandia en busca de nuevas experiencias y, en lugar de visitar mercadillos y prostíbulos como los turistas normales, decide ir junto a una pareja de franceses en busca de una isla que un tío esquizofrénico adicto a los estupefacientes le ha dicho que existe., lo jodido es que se lo creen. Al llegar al islote no están esperandoles Timón y Pumba con una bandeja de babosas para darles la bienvenida, sino unas acogedoras AK-47. Boyle trata de representar  la búsqueda humana de una especie de 'hakuna matata' lejos del estrés de la civilización y sus normas, un lugar de libertad donde desatar las mayores pasiones y placeres del hombre. Muy bonito, pero Disney lo hizo mejor.
A excepción de algún pequeño desliz presente en la carerra de todo director, es indudable que el británico se ha batido una trayectoria envidiable, con una escasez de bodrietes que no han llamado demasiado la atención, algo que ya quisiera alguno que comparte cartelera con él esta semana. A Danny Boyle se le define por dos conceptos, versatilidad e ingenio. Está muy claro que la nueva del director no puede defraudar. ¿Y las razones? ¡No hay razones! ¿Quién necesita razones cuando tienes a Danny Boyle?

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