Revista Opinión

Ser virtuoso por Enrique Cases

Por Beatriz
Nueva etiqueta del blog: Virtud
autor: Enrique Cases
En el paso de la buena voluntad a la voluntad buena es necesaria la fuerza estable de la virtud. Pero no es fácil dilucidar el centro de donde surge la fuerza que distingue al hombre débil del fuerte, la del bienintencionado inoperante o la del hombre medio que sube con decisión. Edith Stein observa que “La conexión con el mundo espiritual y con sus fuentes de fuerza nos permite comprender cómo hombres débiles corporalmente pueden desarrollar una vida espiritual de gran intensidad: reciben del mundo espiritual una y otra vez la fuerza que precisan para su vida también espiritual. Es posible asimismo emplear en actividades corporales fuerza obtenida del mundo espiritual, sólo que cuando la constitución corporal sea débil ese empleo requerirá un especial consumo de fuerza”[1].
Las llamadas virtudes son la defensa de la libertad de la persona y su fruto natural. Sin virtudes la libertad queda en deseo, o ni siquiera llega a él. No puede amar. No puede superar las dificultades y las pruebas. Se hace insensible a la belleza. Sin virtud es imposible la felicidad; y el dolor, aún el pequeño, abruma. El corazón se endurece. La afectividad enloquece. Sin virtud aparecen los vicios, pues no cabe la neutralidad ante la llamada del placer, aunque no sea moral. Una persona sin ninguna virtud entra en la descripción que hace Aristóteles del degenerado.
Vale la pena mirar las virtudes en su raíz como medios par alcanzar la libertad. La libertad se conquista, dijimos al principio, el amor también; aunque se parta de ellos como núcleo de fuerza. Etimológicamente la palabra virtud viene del latín vis –fuerza- que en griego se expresa como excelencia. No se puede perder este sentido vigoroso y entendible en el mundo actual.
La persona humana necesita ser virtuosa –tener fuerza- para poder crecer como persona. La libertad sin virtud se queda en posibilidad o en deseo sin fruto. El amor es necesariamente virtuoso, fuerte, prudente, sobrio, efusivo, sagaz, circunspecto, paciente, templado, estable, fiel; o es desamor disfrazado. La palabra virtud, como ocurre en todas las grandes palabras ha perdido su fuerza, no sólo por llamar virtud a otras cosas, sino por utilizarla aplicándola a modos de vivir secos, técnicos, fríos, poco atrayentes y repele a muchos, como sería comprensible si fuese así el hombre virtuoso. Pero la virtud es, más bien, fruto del amor y causada por él. Los que intentan crear una moral de virtudes se ven en dificultades –aunque Santo Tomás lo hizo- y se conforman con la ética de leyes que describe con una mentalidad jurídica los mínimos de convivencia: Esta mentalidad jurídico moral no sirve para mostrar las cumbres del actuar humano. Tampoco es adecuada para describir los caminos de la experiencia mística, ni para encauzar la santidad como si estas acciones no fuesen parte de la moral. Se limitan así a una técnica, sin llegar a ser un arte como los es la prudencia humana. En música se llama virtuoso al que toca maravillosamente un instrumento –especialmente el violín, el piano, el arpa- que tienen tantos matices. El artista es un virtuoso. El virtuoso es un artista. Aquí está el tema: la virtud es un arte, no una técnica. Se puede tener mucha técnica y no ser un virtuoso. Arte es la prudencia. Arte es la templanza. Arte es la fortaleza. Arte es la justicia, lejos del positivismo jurídico y cerca de la jurisprudencia de los jueces. Y la raíz del arte es el amor, la verdad y la belleza. Aquí, vamos a ver, desde este punto de vista, el ser virtuoso de la persona humana.
Es sentencia común que sin advertencia, con incapacidad o con defectos en la voluntariedad el acto moral es inculpable. La ignorancia invencible hace inculpable el acto, no hay pecado desde el punto de vista moral. Pero, la persona no mejora, no adquiere virtudes, es menos humano, menos perfecto. Una persona que no ha aprendido a leer no tiene ninguna culpa, pero no sabe leer, y no alcanza muchas perfecciones humanas. Así ocurre en todo arte (pintar, cantar, recitar, etc.), y por supuesto en la moral (lealtad, simpatía, elegancia, cortesía, fortaleza, castidad, responsabilidad, sinceridad, sencillez, magnanimidad y todas las gracias humanas). La actividad intelectual requiere muchas virtudes: capacidad de estudio, cerebro no impedido, etc. Yen el caso supremo del acto libre es necesario ser virtuoso para superar miedos, coacciones totales, engaños, afectos desordenados etc. Veamos la virtudes gozne (cardinales) sobre las que gira el actuar humano.
- La Prudencia
- Ser justo
- El amor estable
- El amor moderado
- Ser que vive de creencias
- Ser esperanzado
- Ser fiel en el amor
- Unidad de las Virtudes
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