Revista Cine

‘michael h. profesión: director’: y humanista

Publicado el 23 octubre 2013 por Cintasperdidas @cintasperdidas

MICHAEL_Haneke_cartel

Óscar a Mejor Película de Habla no Inglesa por Amour, Premio Príncipe de Asturias a las Artes 2013, dos Palmas de Oro en el Festival de Venecia (Amour y La cinta blanca), dos Globos de Oro (Amour y La cinta blanca). Y la lista sigue. Los reconocimientos a la labor como director que desempeña -y no deja de transfigurar- Michael Haneke son muchos. Pero el mérito también es, en este caso, del público. Porque hay que aprender a querer a Haneke, a saber ver sus películas con predisposición a regurgitar odios y prejuicios. Con predisposición a rechazarlas para, luego, querer verlas de nuevo.

Este viernes 25 es una fecha importante para los hanekianos españoles. El director estará en España (algo que este año ha ocurrido ya en varias ocasiones) en la misma fecha en que se estrena esta cinta, realizada por Yves Montmayeur, un compañero de profesión de Haneke con cantidad de documentales a sus espaldas, sobre todo acerca de temas cinematógraficos. Sin embargo, en esta ocasión, Montmayeur desgrana al protagonista y a su entorno laboral en diferentes rodajes a través de entrevistas que siempre rondan, manos en alto, a la carismática figura del cabello blanco.

Gracias a un alegre Jean-Louis Trintignant, el actor coprotagonista de Amour, la reconocida Juliette Binoche y la oscarizada como Mejor Actriz gracias a Haneke por Amour,  Emmanuelle Riva, se sumerge al espectador en el universo de la realidad sin decoros, de la vida sin sueños y de unas películas que poco buscan agradar al espectador más allá de la reflexión punzante o del desgarro del bienestar.

Michael Haneke Documentary

Como él mismo dice, Haneke no piensa en gustar al espectador como meta de sus obras, sino en todo caso en desagradarle, en despertarle a bofetadas frente a la pantalla en la que él mismo disfruta sus catarsis y gracias a la cual se ahorra un psicólogo. Cuenta, también, cómo los estudios de Hollywood le parecen ridículos: le ofrecieron varios guiones para dirigir pero, dice, nunca tenían nada que ver con él. Sólo se los ofrecían por sus premios, pero ni se habían molestado en saber cuál era su estilo. Imperdonable, claro.

Perfeccionista hasta la exasperación en sus filmes, maníatico, depredador de aquellos poco amantes del trabajo bien hecho y muy transparente. Porque tampoco en su vida real se preocupa por sus espectadores. Así es la vida y así es Haneke.


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