Lo gracioso es que estos ataques, los ficticios, se los provocan ellos mismos en el cine sólo para poder entretener a la audiencia hasta que uno real ocurra frente al televisor. Aquí el caso no puede ser más claro: el director de Training Day, Antoine Fuqua, saca a relucir el conflicto con las dos Coreas y pone al mismísimo Kim Jon-un prácticamente a lanzar misiles nucleares contra EE.UU. y a conquistar el sur de su país en lo que parece más una recreación masturbatoria del régimen que algo que pueda conseguirse entrando a pie al eje del poder norteamericano con cara de pocos amigos. Claro que toda esta enorme desgracia es detenida por el magnífico y genuino Gerard Butler -imitaciones de Bruce no, gracias-.
Los efectos especiales reivindican una clara nostalgia por el no saberhacer o no poderhacer de los 90 cuando aún los ordenadores ocupaban una sala entera. Unas explosiones muy vintage que no desesperarán al más moderno de los presentes en la sala, pero sí al menor gusto estético digital. Todo ello no quita que las casi dos horas que dura el pseudoataque sea entretenida, a pesar de escoger sigilosamente todos los clichés de este tipo de películas de acción.
Por todos esos motivos, sólo queda alabar al equipo del filme por haber escogido tan sumamente bien el momento de lanzamiento, cuando los juegos de alianzas y de ‘que te lanzo un misil’-'a que no te atreves’ no pueden ser más realistas. Ayer mismo… “el régimen norcoreano también advirtió a la jefa de Estado del Sur que “haría bien en pensarse dos veces” su alianza con EEUU, a quién, aseguró, “le deparará un final miserable”. Hollywood, qué sabio eres.